El portal fantástico

Carlos Ferro

Tres anillos para los de la Garrafa bajo el cielo Virtual.
Siete para las Aves Raras en sus nidos de piedra.
Nueve para los del Tour Macabro, condenados a vivir.
Uno para el Director, sobre el trono oscuro
En la tierra de Axxón donde se extienden los bytes.
Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para apurarlos,
Un Anillo para atraerlos a todos y atarlos con las fechas de entrega
En la Tierra de Axxón donde se extienden los bytes.

Disculpen la perpetración-presentación de la página anterior. Pero sucede que es casi inevitable, hablando de Tolkien, hacer un homenaje de este estilo. El poema que encabeza El Señor de los Anillos ha sido repetido hasta el cansancio, ha sido satirizado de las maneras más diversas1 y atroces, y no pude sustraerme a la tentación.

Ha llegado, finalmente, la hora de hablar de Tolkien en el Portal. Los astros han forzado su marcha para que antes del Fin del Milenio llegue esta hora. Desde el inicio de esta sección he amenazado y prometido varias veces hablar de él y, sobre todo, de su obra. Y nunca hasta ahora lo he cumplido.

Es tarea difícil de abordar, cuesta encontrar por dónde empezar. El mundo de Tolkien es inmenso, y representa para cada uno de sus lectores algo distinto. A muchos de nosotros nos ha marcado muy profundamente, casi diría que nos cambió la vida en uno u otro momento.

La creación de Tolkien es mítica, majestuosa, completa y (por fortuna) inacabada. Es la construcción de un mundo completo, incluyendo prolijos detalles sobre sus lenguajes, su historia y geografía, usos y costumbres. Pero la obra de Tolkien no es sólo un tratado acerca de un mundo fantástico. Ni siquiera una enciclopedia completa que lo describa, como en el proyecto borgeano de "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius". Su verdadero logro es haber encontrado la forma de darle una vida propia, independiente a su creación.

La razón por la que me fascinó el mundo de la Tierra Media desde mi primer contacto con él fue que Tolkien no sólo describe, no sólo cuenta una historia (aunque hace las dos cosas admirablemente bien), sino que nos introduce en el mundo de su invención.

Otro comentario anecdótico: ese primer contacto fue allá por la década del '80, cuando empezaron a llegar sus libros en la edición de Minotauro en rústica. Mi abuelo me regaló los dos primeros tomos de El Señor de los Anillos, que aún conservo (en avanzado estado de destrucción). Y tuve que esperar ansiosamente dos años hasta la llegada del tercer tomo, que vino de España porque aún no se editaba aquí. En ese lapso leí varias veces los primeros dos, con fascinación creciente. Y mis expectativas no fueron defraudadas por el tercer tomo, como sucede con la mayoría de las sagas actuales: estaba plenamente a la altura de los anteriores, y era un excelente cierre.

Yendo a los detalles clásicos, John Ronald Reuel Tolkien nació en 1892 en Sudáfrica. En 1895 fue a vivir con su madre a Inglaterra y su padre murió poco después. Fue filólogo y profesor de lenguas clásicas en la Universidad de Oxford. Fue un escritor no metódico, pero su creación definitiva es prolija. Sus conocimientos de literatura y mitología clásicas, sobre todo nórdicas, se evidencian en toda su obra, lo mismo que su afición a trabajar con el lenguaje. Murió en 1973.

Es sorprendente, dada la magnitud de sus propósitos y logros, el pequeño número de obras que componen su bibliografía. Las citaré en un orden personal:

Yo paro de contar ahí. Estas son las obras que JRR consideró terminadas y publicables (con la posible excepción de Silmarillion, que no había dejado lista para su publicación). Después de su muerte, Christopher Tolkien, su hijo, comenzó a publicar todo tipo de papeles que su padre había desechado, dejado como material histórico o inacabado. De esto salieron varios volúmenes de Cuentos Inconclusos y Perdidos, posteriormente volúmenes enteros con borradores de El Señor de los Anillos, separatas, más apéndices, etc. Personalmente, este fenómeno me disgustó bastante. En principio, por la falta de respeto a la voluntad del autor, que es quien debe decidir cuándo una de sus obras está para ser publicada y cuándo no. Es evidente el interés comercial de toda esa exhumación de textos, que tienen interés desde el punto de vista de los estudiosos de la creación literaria, pero no para el lector común. Sin embargo, la legión de fanáticos de Tolkien ha comprado -y sigue comprando- todo ese material, movidos por la gran avidez de encontrar más sobre la Tierra Media.

Las ediciones de todo este material, en inglés, son múltiples. Han salido distintas versiones, en un solo tomo o varios, con ilustraciones de gente famosa, etc. En nuestro idioma hemos tenido la gran suerte de contar con excelentes traducciones y ediciones, sobre todo de Minotauro. A modo de curiosidad, hubo una edición antigua de Libros del Mirasol, creo, de un libro llamado El Hobito, que no era otro que The Hobbit. No puedo hablar de ella, porque la tuve en mis manos una sola vez, por breve lapso. Pero fue muy anterior a que la moda Tolkien llegara a nuestras costas.

Hay mucho merchandising, no sólo de las ediciones. También hay calendarios ilustrados, muy apreciados por los coleccionistas. Hay una serie de dibujantes que se han hecho famosos ilustrando este tipo de material y otros temas fantásticos. Hay mucho material por el lado del juego de rol, del que ya hablé en otra ocasión. Iron Crown Enterprise tiene varios juegos de rol (y uno de cartas) ambientados en el mundo de Tolkien. Hay miniaturas, muñequitos y toda suerte de artículos. Si bien no es un merchandising tan masivo como, por ejemplo, el de Star Wars, es notable por la calidad de sus elementos.

En cuanto a la obra en sí, puedo decir que El Señor de los Anillos me impactó profundamente. Me reveló toda una faceta de la Fantasía que para mí era, en ese momento, desconocida. Y desde entonces ha sido mi favorita. Tolkien se diferencia bastante de otros autores de fantasía. El no escribía de manera profesional, sino por afición. Su propósito es construir un mundo, y lo hace a través de las historias legendarias de ese mundo. En El Señor de los Anillos aparece la magna lucha del bien contra el mal, en todos los planos: dioses mayores y menores, reyes, magos, guerreros y gente de lo más común. Aparecen varias razas y paisajes, hay diversas manifestaciones de un mundo mágico muy particular, que se entreteje en la vida común: el de Tolkien no es un mundo con magia, la magia está en la esencia de ese mundo, es parte intrínseca de él. Tolkien describe (y nos hace sentir) magia en un prado de flores o un bosque, tanto como en los rayos que utiliza Gandalf en alguna batalla. La historia que cuenta es fascinante, sus personajes son muy buenos desde el punto de vista literario. A pesar de la inspiración en las sagas finlandesas, danesas o célticas, los personajes tienen un hondo carácter humano (aún los no-humanos, como enanos y elfos). La historia se enmarca en una mezcla de historia y leyenda que el autor continúa y profundiza en otros volúmenes. Son continuas las referencias de los personajes a historias anteriores, y son muy naturales y creíbles, ya que los personajes viven en un mundo diferente al nuestro, en el cual esas leyendas son su historia.

Todo eso, y el trabajo con los detalles de usos y costumbres, y los lenguajes, hace muy creíble la Tierra Media. Es un mundo sumamente verosímil y muy bien armado. Y la ventaja es que el lector inmediatamente se siente tentado a imaginar más pedazos de ese mundo, a pensar otras historias que transcurran en él. Supongo que eso es lo que ha llevado al cuento que hoy les ofrecemos, que es un cuento ambientado en La Comarca, con hobbits. Este cuento respeta profundamente lo que Tolkien describe como la esencia hobbit. Pero sobre el final hablaré de él. Lo que quería decir es que el lector se siente atraído, se siente parte y es él quien completa la creación literaria de Tolkien. Ese, para mí, es uno de sus más grandes logros.

Mucho más tarde leí El Hobbit. Allí hay otros detalles sobre la Tierra Media. El enfoque de este libro es muy distinto: El Señor de los Anillos es una épica, El Hobbit es un libro que cuenta un cuento para niños, con impresionantes guiños para los lectores adultos. Una mirada superficial se deja llevar por los detalles de la narración fantástica, como un cuento de hadas clásico. Pero Tolkien aprovecha para mostrarnos más de su mundo fantástico, y para hacer un derroche de buen humor que no estaba tan presente en la seriedad de El Señor de los Anillos.

"Egidio, el Granjero de Ham" y "El Herrero de Wooton Major" no están explícitamente ambientados en Tierra Media, pero el ambiente sigue siendo tan fantástico que no se puede decir que no transcurran allí. Son cuentos donde el heroísmo llega a la gente común, con un tratamiento interesante del tema del héroe. "Hoja de Niggle", que fue publicado por Minotauro con los otros dos, es algo distinto: habla de otro heroísmo, que es la esencia de la creación artística. Es este volumen también hay una fuerte presencia humorística. No quisiera hablar mucho de él, porque hay un excelente ensayo de Pablo Capanna, publicado en la revista El Péndulo, respecto de este tema.

The Adventures of Tom Bombadil (ignoro si hay una traducción al español, creo que no) es un librillo de poemas en inglés. Son de temas diversos: muchos tratan de temas de la Tierra Media, otros son simples poemas humorísticos. Es una obra sumamente disfrutable, en su idioma original. Y seguramente la disfrutaría más si conociera mejor el inglés. No creo que sea de fácil traducción, y temo que pierda mucho.

El Silmarillion es una obra de otro tenor. Busca contar la raíz histórica de toda la Tierra Media, desde la Creación de ese mundo hasta la época de la Guerra del Anillo. Es una obra vasta, larga, por momentos muy pesada en los detalles de genealogías o de riñas élficas. Pero fundamental para empaparse del clima de la Tierra Media. La creación del mundo es muy original, se hace mediante la música de los Ainur, una especie de seres divinos emanados de Eru Ilúvatar (el Dios Unico, principio de todas las cosas), que luego deben hacerse cargo de esa creación. Esos seres, en su encarnación posterior son los Valar, dioses que luchan codo a codo con sus creaturas por el destino de esa obra. Esto es lo que explica la fuerte presencia mágica de ese mundo.

Luego de la Creación del mundo, vemos la aparición de las razas de los Elfos, los Enanos y los Hombres. Vemos sus primeros pasos, sus luchas, sus logros. Vemos el nacimiento del Sol y la Luna, los enfrentamientos con el Oscuro y toda una apasionante historia de conflictos muy humanos, que se prolongan por edades históricas y arrastran consecuencias a larguísimo plazo. Es quizás donde más notable es el tiempo mítico en la obra de Tolkien.

Creo que es suficiente como para incitar a los que no lo hayan hecho a leer algo de Tolkien, y a los que sí lo han hecho, a continuar con el ejercicio de la relectura, el redescubrimiento y la creación personal dentro de ese fascinante Universo.

Hablando de creación personal, todo esto fue motivado por la presentación de un excelente cuento de Alejandro Murgia (a quien no conozco, pero que desde ya felicito). Este cuento está ambientado fielmente en el Universo de Tolkien y constituye, para mí, uno de los ejemplos de lo que un lector de Tolkien se siente inclinado a imaginar que sucede en ese mundo. Alejandro toma las figuras clásicas de los hobbits como JRRT los describe, y construye con algunos personajes que son mencionados en El Señor de los Anillos y otros que no, una hermosa y simpática historia. La historia es totalmente convincente para el lector de Tolkien, y además está muy bien escrita. Se lee con gran placer.

Si Ud. no es lector de Tolkien, puede leerlo y encontrará una historia atractiva de gente simple... pero se perderá la mitad del encanto que tiene para los que estamos familiarizados con ese mundo.

Una palabra final: Tolkien no le gusta a todo el mundo. Tiene sus fanáticos y sus detractores, como cualquier escritor que se convierte en un clásico. Pero hay muchísima gente que, simplemente, no le ve el atractivo. Personalmente creo que es gente que no aprecia este tipo de creación, que no le ve el objetivo. Una parte de esa gente se queda con una lectura superficial y no ve más que una historia de aventuras relativamente compleja, al nivel de una telenovela y poco entretenida. Otra parte es más preocupante: es gente que se siente amenazada por la existencia de un Universo en el que la magia forma parte intrínseca y explícita de la realidad. Supongo que ninguno de los lectores de esta sección pertenece a estas categorías.


[1]Me viene a la memoria, a fines de la década del '80, un afiche de la Agrupación Estudiantil Independiente, para las elecciones en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. El afiche llevaba una parodia llamada El Señor de los Pasillos, y un dibujo caricaturesco de los miembros de la AEI con sus atributos más característicos, dibujados como hobbits.