Egregio Mauricio Gafento:

El otro día, conversando con un amigo, nos encontramos con un tremendo dilema y queremos leer tu opinión al respecto. La cuestión es la siguiente: Es bien sabido que los esquizofrénicos oyen voces en su cabeza. Eso no se discute. Ahora bien, si el esquizofrénico es además sordomudo de nacimiento, ¿imagina gente hablándole en lenguaje de señas?

Yo digo que sí y mi amigo que no, así que tu juicio será el parámetro para saber quién tiene razón y quién no.

Gracias por adelantado

Cosme, de Concilio Real (Cabiria del Norte)

En realidad, Cosme, ninguno de los dos tiene razón. Un estudio realizado en 1967 por el profesor Wendell Cocksmoker, de la Fagstag University de Colorado (EE.UU.), determinó que, en el 99.9% de los casos, las "voces en las cabezas" de los esquizofrénicos sordomudos se comunicaban por medio del lenguaje escrito, incluso si el enfermo era analfabeto.

Los años subsiguientes depararían a Cocksmoker dos sorpresas: La primera se la daría Irving "El Chico Larva". Irving no sólo había nacido sordomudo sino que también era ciego, carecía de nariz y lengua, sus brazos y piernas eran apenas unos minúsculos muñones, era deficiente mental, autista y una enfermedad genética le impedía crecer más allá de los 50 cm. Apenas nacido, sus padres lo vendieron al "Zorn the Magnifico's Freak Show", una exhibición de atrocidades ambulante que recorría el medio oeste americano, y durante toda su infancia no ocurrió nada digno de mencionar. Pero cuando Irving alcanzó la pubertad, los visitantes comenzaron a quejarse de que se escuchaban voces de fantasmas dentro de la carpa del Chico Larva. Al principio eran leves y esporádicas pero con el correr de los años fueron haciéndose cada vez más fuertes y con personalidades bien definidas. Eran tres, una voz de acento mexicano que se identificaba como "José Enrique Montoya Funes"; un viejo chamán yonakpatawatta llamado "Gato Negro y Gordo" y una joven, "Nancy Hodgiegook". Montoya era el encargado de insultar a cuanto medium ingresase a la tienda con el fin de comunicarse con ellos. "¡No soy un pinche fantasma, güey!" era su frase favorita.

El profesor Cocksmoker supo de la existencia de Irving a través de una nota que leyó en un tabloide en la peluquería e inmediatamente quiso investigar el caso. Después de dos años y siete meses de observar al Chico Larva y dialogar con los "fantasmas", Cocksmoker llegó a la conclusión de que Irving era esquizofrénico y, al estar completamente aislado del mundo sensorial y psicológico, sus voces, sin saberlo, comenzaron a hablarles a los visitantes del "Zorn the Magnifico's Freak Show". Descubierto esto, las voces en la cabeza de Irving pudieron llevar una vida productiva: Montoya estudió leyes y defiende a toda la comunidad latina de Upshit Creek (Arizona), Gato Negro y Gordo conduce un programa dedicado a la New Age y las terapias alternativas en WXFY 106 de Yellowliver Town (Ohio) y Nancy se ha casado y es madre de cuatro hijos. Por su parte, Irving continúa en su tienda, exhibiendo su miseria a quien quiera verla.

El otro caso que sorprendió a Cocksmoker fue el de Oliver P., un joven sordomudo alojado en el Betty Flanner Memorial Hospital. Oliver no era esquizofrénico sino que sufría una rara versión del Desorden de Personalidad Múltiple (o MPD) en la cual todas sus personalidades eran la misma. A raiz de un severo golpe en la cabeza contra el pavimento del patio del hospital, Oliver desarrolló una nueva personalidad, muy diferente a las demás, tan diferente que, incluso, podía oír y hablar a la perfección pese a que Oliver tenía atrofiados sus oídos y cuerdas vocales. Cocksmoker comenzó a tratarlo en 1975 y, luego de varios años de experimentación infructuosa, abandonó el caso y se dedicó a la bebida. Por su parte, Bertrand, la personalidad parlante de Oliver, terminó tomando el control del muchacho, lo hizo huir del hospital y se casó con Nancy Hodgiegook, con la que ha tenido cuatro hijos.

MAURICIO GAFENTO

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