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11/nov/02
El bloqueo de hormona
hipotalámica CRH determina menores niveles de ansiedad. Éste podría ser un
nuevo camino de tratamiento de la depresión.
Iluminan los senderos cerebrales de la
depresión
(La Nación) Para Florian Holsboer, no cabe duda de que la
psicología está ingresando en una nueva era.
“Antes había dos dogmas: uno afirmaba que todo es genético y el otro, que
todo depende de la experiencia afirma el director del prestigioso Instituto
Max Planck de Neurociencias, de Munich. Ahora sabemos que en los procesos
mentales hay un componente endógeno y otro exógeno, y podemos encontrar la
interfaz que existe entre lo genético y lo biográfico”.
Holsboer, de origen alemán, pero calidez latina, es doctor en química y
medicina, y uno de los científicos más citados del mundo en su área de
investigación. Esta semana estuvo en Buenos Aires para afianzar lazos con el
grupo dirigido por el doctor Eduardo Arzt, de la Facultad de Ciencias Exactas de
la UBA con los que desde hace más de una década mantiene una estrecha
colaboración.
“Fueron años muy productivos asegura, sin ahorrar elogios para sus colegas
locales. Tanto los doctorados como los posdoctorados que nos visitan están
muy bien formados. Son los mejores estudiantes del extranjero que puedo
imaginar, incomparables. Muy talentosos, motivados, y hechos de una materia en
que la ciencia crece rápida y efectivamente. No puedo invertir en personas que
no lo merezcan. De modo que estoy muy contento de haber tenido más de diez
científicos argentinos trabajando en Munich y de mantener esta colaboración
fluida, con innumerables proyectos conjuntos.”
La química de las emociones
De ambos lados del océano, la atención de los investigadores se centra en
ciertos neurotransmisores, proteínas que operan como mensajeros entre las
neuronas. En especial, en la hormona hipotalámica CRH, cuyo modo de
funcionamiento fue descubierto por el propio Holsboer. Este péptido es
fundamental en la respuesta del organismo al estrés y podría tener un papel
protagónico en la depresión, un trastorno que padece el 10% de la población
mundial.
“Cuando uno está bajo estrés hay ciertas cosas en las que no le conviene
pensar: dormir, comer, tener sexo... La CRH aleja el sueño, saca el hambre,
disminuye la libido, para mencionar sólo algunos de sus efectos explica el
investigador. Nosotros planteamos la hipótesis de que, si hay una
sobreproducción de CRH, gradualmente se desarrolla depresión. Cuando uno está
deprimido no tiene hambre ni hace ninguna de esas cosas y tiene un gran nivel de
ansiedad...”
Para confirmarlo, los investigadores estudiaron ratones que producían CRH en
exceso y, por lo tanto, tenían más ansiedad, comían más, dormían menos
y luego desarrollaron roedores cuyas neuronas no tenían receptor para la
hormona. “Resultaron menos ansiosos, dormían más, etcétera, etcétera. Eso
nos estimuló a proponer que a través del receptor celular para la CRH se
precipita la depresión cuenta Holsboer. A continuación, generamos una
línea de ratas muy ansiosas y cuando les dimos un fármaco que bloquea el
receptor de CRH, la ansiedad desapareció. Recientemente, en colaboración con
una compañía biotecnológica de los Estados Unidos hicimos la primera prueba
clínica con un bloqueador del receptor de CRH y... funcionó.”
Holsboer confiesa que cree haber recorrido uno de los caminos más
satisfactorios en investigación: generar una hipótesis, verificar que es
correcta y llegar a la aplicación clínica.
A la luz de los nuevos hallazgos, afirma, “creemos que hay muchos genes que
nos hacen vulnerables a la depresión. Pero es necesario ser expuesto a un
depresor, para que la vulnerabilidad se exprese. No es que el estrés enferme,
hay que tener el riesgo genético”.
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