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Por Silvia Angiola


Los Expedientes Secretos X: Quiero Creer (The X-Files: I Want to Believe)

Comentario por:
Silvia Angiola

Dirección:
Chris Carter

País:
EEUU

Año: 2008

Duración: 102 minutos

Género
Misterio, suspenso, ciencia-ficción

Intérpretes
David Duchovny, Gillian Anderson, Amanda Peet, Billy Connolly, Mitch Pileggi

Guión
Frank Spotnitz y Chris Carter

Producción
Chris Carter, Frank Spotnitz

Estreno en cine
14 de agosto de 2008


Los Expedientes Secretos X: Quiero Creer

Quizás X-files, madre indiscutible de éxitos tan candentes como Lost o Héroes y heredera de un linaje que incluye series de la estatura de Dimensión Desconocida o Twin Peaks, era un fenómeno que sólo podía funcionar bien en los noventa. O quizás sea difícil reproducir la atmósfera crispante de una historia que avanzó a cuentagotas durante nueve temporadas en las escasas dos horas de metraje que tiene un film. Lo cierto es que el espíritu de la serie nunca consigue reencarnarse en Los Expedientes Secretos X: Quiero Creer, el último coqueteo comercial de Chris Carter.

Fox Mulder (David Duchovny) y Dana Scully (Gillian Anderson) eran los agentes del FBI encargados de investigar los Expedientes X, un conjunto de crímenes mediados, al menos en apariencia, por factores sobrenaturales. Cada episodio planteaba un misterio y ofrecía dos soluciones, una inverosímil y una más racional, que encarnaban las creencias opuestas de los dos protagonistas.

El programa recorría una variedad de temas propios del género fantástico (fenómenos paranormales, criaturas aberrantes, leyendas urbanas o folklóricas) pero su trama principal se enfocaba en la investigación de un gigantesco complot organizado por el gobierno de los Estados Unidos para borrar cualquier rastro de actividad alienígena en la Tierra, incluyendo experimentos con seres humanos y un proyecto de invasión. Mulder y Scully luchaban por rescatar y dar a conocer una verdad diferente a la que contaba la historia oficial, una verdad que había sido borrada y manipulada pero de la que aún quedaban débiles rastros. X-files era el símbolo de la resistencia a las estructuras de control que impregnan la vida cotidiana, la expresión inconsciente de una sociedad que desconfía del gobierno, de la justicia, de las fuerzas de seguridad, y que se siente atrapada en una historia que no puede entender ni manejar.

La serie hizo un discreto debut en el otoño de 1993 y, a pesar de su intrincada narrativa, para la segunda temporada se había convertido en un fenómeno mundial, generando un culto capaz de rivalizar con el de la mismísima Star Trek.

Los personajes principales habían llegado a los Expedientes X por caminos muy diferentes. Dana Scully se había unido al FBI después de graduarse en Medicina y había enseñado durante dos años en la Academia de Quantico antes de ser reclutada para la sección X con el objeto de supervisar el trabajo del excéntrico y solitario Agente Especial Fox Mulder. El interés casi excluyente de Mulder por los eventos paranormales se originaba en un episodio traumático de la infancia que nunca había podido superar: estaba convencido de que su hermana, inexplicablemente desaparecida a la edad de ocho años, había sido secuestrada por extraterrestres.

El retrato de la pareja protagónica desafiaba los estereotipos de género: Mulder era intuitivo, confiado y vulnerable; Scully, cerebral, inquisitiva y metódica. El programa corría el riesgo de perder una buena parte de su atractivo si alguna vez se decidían a resolver sus diferencias filosóficas o a aliviar sus tensiones sexuales.

En Quiero Creer, un cura (Billy Connolly), con presuntos poderes psíquicos y antecedentes de haber abusado de varios chicos, se ofrece para ayudar al FBI en la búsqueda de una agente secuestrada. Siguiendo sus instrucciones, el equipo encargado de la investigación descubre un brazo humano enterrado bajo la nieve en un campo de Virginia. Sin embargo, los federales no confían en las visiones del cura y sospechan que puede estar conectado de alguna manera con los captores. La agente Whitney (Amanda Peet) decide pedir la ayuda del especialista Fox Mulder pero la única forma de contactar al antiguo investigador de los Expedientes X es a través de su compañera de aventuras, Dana Scully. Alejada del FBI y sin deseos de volver, Scully ejerce como médica en el hospital católico Nuestra Señora de los Dolores y lleva el caso de un chico afectado por una enfermedad irreversible a quien pretende salvar contra todo pronóstico.

Seis años después del final de la serie, Quiero Creer parece destinada a aniquilar hasta la última esperanza de retorno que pudieran albergar los fanáticos. Mulder y Scully no persiguen monstruos ni alienígenas, y, lo que es peor, ya no buscan desentrañar esa Verdad oculta para las masas. Chris Carter, director y co-autor del guión, elaboró una historia pretenciosa, carente de humor y de inspiración, en base a lo que parecen ser las entradas sensacionalistas de algún noticiero de TV: mafia rusa, tráfico de órganos, células madre, curas pedófilos, etc. Las conexiones entre la narración y los grandes dilemas ético-religiosos de nuestra sociedad no podían ser más groseras ni estar más forzadas.

Carter tendría que entender que el tiempo de Los Expedientes Secretos X ya pasó: el público de hoy, más adocenado o más cínico, no es capaz de engancharse de nuevo a su paranoia cósmica. Un film honesto y respetuoso de los códigos de la serie sólo hubiera servido como vehículo para la nostalgia. Ahora nos parece tan inocente Mulder con su fe en las cosas que no se pueden explicar como Scully refugiada en su terco empirismo. Queríamos creer en la resurrección de estos dos íconos de la cultura popular pero ya ni siquiera somos capaces de afirmar que existe una verdad "ahí afuera".

Silvia Angiola

                       
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