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Por Silvia Angiola y Diego Barcia


Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal (Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull)

Por:
Diego Barcia

Dirección:
Steven Spielberg

País:
Estados Unidos

Año: 2008

Duración: 124 minutos

Género
Aventuras, Ciencia-Ficción

Intérpretes
Harrison Ford, Cate Blanchett, Karen Allen, Shia LaBeouf, Ray Winstone, John Hurt, Jim Broadbent

Guión
David Koepp, George Lucas, Jeff Nathanson

Producción
Kathleen Kennedy, George Lucas, Frank Marshall, Denis L. Stewart

Estreno en cine
22 de mayo de 2008


Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal

Desde que Harrison Ford dijo que quería volver a Indiana Jones en 1994 hasta que comenzó el rodaje en 2007, hubo interminables rumores y algún guión ilegítimo publicado en la web. El proyecto pasó por varios escritores como Jeffrey Boam (La Última Cruzada...), Chris Columbus o Frank Darabont (el realizador de Sueños de Libertad), cuyo trabajo se ganó el entusiasmo de Steven Spielberg pero fue rechazado por George Lucas. Por su parte Ford había aclarado que no regresaría al papel más allá del año 2008, así que Spielberg llamó a su colaborador preferido, David Koepp, para que hiciera la versión titulada finalmente Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal.

Koepp escribe una película entretenida a pesar de las exigencias de Lucas, quien parece tener la sola intención de perpetuar la serie hasta el aburrimiento. Los aciertos deben mucho a la nostalgia. La cuarta parte sigue siendo más interesante que muchas imitaciones pero se aleja de sus predecesoras, no sólo en el tiempo.

El film nos sitúa en plena guerra fría, en la década del 50'. Indiana es capturado por la KGB junto a su compinche Mac (Ray Winstone), en suelo norteamericano, y es llevado a un depósito ultra secreto del ejército (el mismo con el que concluye Raiders). Allí descubre que ha sido traicionado por el mismo Mac quien, ahora bajo el mando de la camarada coronel Irina Spalko (Cate Blanchett), lo obliga a buscar un artefacto que se caracteriza por su intenso magnetismo. Indy lo hace y luego escapa pero sólo para meterse en mayores problemas, esta vez con su propio bando.

El gobierno conservador de su país sospecha del incidente soviético olfateando una doble jugada y le advierte que lo va a vigilar de cerca (se trata más bien de un oportunista distanciamiento de Spielberg de la política Bush). Cumpliendo con la promesa, el FBI llega a la universidad, revisa ilegalmente las pertenencias privadas del profesor Henry y obliga a renunciar a su jefe (Jim Broadbent). A todo esto un joven llamado Mutt Williams (Shia LaBeouf) entra en escena a lo Marlon Brando, trayendo una carta y hablando de un secuestro, de un antiguo colega de Indy, Oxley (John Hurt) y de una calavera de cristal, que es la clave para El Dorado y el objeto robado por los rusos.

Si bien este argumento da pie a las espectaculares secuencias de persecución —en plena ciudad o en plena selva— que como siempre quitan el aliento, al descubrimiento de momias pertenecientes a cierta tenebrosa mitología de la Conquista que remite a los mejores momentos de la franquicia, o a algún gag bien puesto, la ilación de la trama, el encanto de los personajes o la (usual) revelación sobrenatural del desenlace palidecen respecto a la trilogía anterior.

Oxley, interpretado por el gran John Hurt, promete un misterio más allá del entendimiento cuando es introducido por primera vez, pero del delirio místico —inspirado por la calavera— pasa a cumplir la función del gracioso del grupo en pocos minutos, sin mayores explicaciones. Irina, en la piel de otra notable actriz como Blanchett, deja la duda acerca de si la extrapolación de los nazis en los soviéticos realmente funciona (del nazismo Spielberg ha dicho que no podría reutilizarlo después de La lista de Schlinder). El artefacto legendario de Reino... es el menos convincente de todos, a lo que hay que añadirle que el doctor Jones no siente demasiado interés por él: son causas externas las que lo arrastran a salir en su búsqueda, o más bien las motivaciones de los personajes secundarios (entre quienes Mutt Williams hace demasiada sombra).

Al Arca o al Grial las raíces bíblicas y las leyendas medievales les daban un aire de respeto y un gran poder simbólico. Las piedras de Shankara, desconocidas en Occidente según Lucas, no valían tanto por lo que eran sino por lo que significaban para la aldea y los niños. En cambio la calavera de cristal siempre ha sido un engaño.

Un explorador llamado Mitchell-Hedges (digno de inspirar a algún aventurero de la serie) hizo creer que una antigüedad datada alrededor de 1860 y comprada en Londres, en una subasta de Sotheby's en 1943, había sido hallada en los años 20' en una excavación suya de las ruinas mayas de Lubaantun, para dar algún fundamento a ciertas elucubraciones new age sobre la tecnología desarrollada por las culturas precolombinas.

Por ese lado es que el film se introduce en el género ciencia-ficción, pero sin hacerse eco del cine clase B de los 50's, como anunciara Lucas. La idea de contextualizar al personaje en ese período es desaprovechada. Y su otra promesa incumplida tiene que ver con el uso de la animación 3-D. La franquicia, después de todo, es una evocación estilizada de los seriales cinematográficos de los 30's y 40's. Por eso los efectos especiales digitales que se abren paso en Reino..., si bien serían escasos para una precuela de Star Wars, resultan desmedidos para Jones.

Reino de la Calavera de Cristal tiene además un tono deliberadamente más inofensivo que en la década del 80'. Es decir que el personaje pulp vuelve, pero en versión new age y más apto para todo público que nunca.

                       
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