ECTOPLASMIA

Anabel Enríquez Piñeiro

Cuba

A Theodore Sturgeon


Si habré tenido yo noches malas en el hospital. Cuando toca una orquesta de éxito popular ese fin de semana que tengo guardia se me erizan hasta las pestañas. Pero, óigame, como ese día... si parecía que los Siete Samuráis habían hecho trabajo voluntario chapeando el gentío aquel. Cinco muertos, ocho en terapia, más de veinte heridos leves. Yo debo de haber suturado como dieciséis caras, oficial. Y heridas feas, feas de verdad. No, y lo mejor es que todo el mundo contaba que la bronca había empezado de una manera diferente. Yo sé, yo sé que las personas ven las situaciones desde el punto de vista de cada cual, que cada quien le aporta su pedacito de fantasía y... vaya, que todos somos como un poco novelistas. Pero es que esta vez las historias eran bastante diferentes, en lo único que parecían coincidir es en que casi nadie sabía de dónde llegó el tortazo o la cuchillada. Mire, que hasta extranjeros había presenciando el espectáculo. Usted se imagina qué rollo si el conflicto toma carácter internacional... digo, si le cortan la cara a un yuma. Sí, claro, ya sé que para eso ustedes están investigando. Óigame, oficial, pero es que la idea de hacer coincidir los bailables públicos con el ron en botellas de cristal, y todas las demás cosas que usted sabe que se mueven entre la gente, no pueden terminar de otra forma. Son sitios que llaman a la locura y a la violencia.

Ernesto Salcedo, 21 años

Enfermero emergente


Sí, Mayor, yo estaba de guardia esa noche. Una noche imposible de olvidar. Nunca había tenido que operar tantos pacientes. Tuvimos que enviar varios al Nacional y a la Dependiente, porque no dábamos abasto con el salón. Fue una carnicería ese concierto. La mayoría de los heridos referían que le habían cortado o golpeado con botellas, y otros dijeron ser agredidos con navajas o punzones. De hecho, aquí se le retiraron varias armas blancas a algunos de los heridos, pero la mayoría no había tenido tiempo de usarlas. Lo más extraño es que las heridas no parecían producidas por cristales como ellos declaraban. Yo me atrevería a asegurar que las escisiones las causaron hojas de metal. No eran heridas punzantes sino cortantes, yo diría incluso contuso-cortantes: longitudinales y extensas, bordes lineales con colas de heridas, profundidad desigual... ¿me comprende, Mayor? Mire, una navaja no produce esas heridas de más de quince pulgadas, y mucho menos cercena una cabeza casi completamente. Ah, otro asunto, que no sé si ustedes lo considerarán. Parece que se estuvo consumiendo por varios jóvenes algún tipo de sustancia tóxica que produce alucinaciones muy complejas. En mi tiempo de trabajo, nunca había tenido tres pacientes que alucinaran y convulsionaran por fumar marihuana... Sí, está claro que otra droga puede hacerlo, pero ellos sólo tenían cigarrillos de cannabis y aseguraron no haber usado otra cosa. Dos de ellos están en estado de coma actualmente.

Dr. Ángel Palacios Moreno, 38 años

Cirujano


Cómo no lo voy a haber visto, compañero, si yo estaba parada en el balcón de mi casa, que es como estar encima del escenario. Mire que hemos protestado por que no sigan haciéndose los bailables ahí, pero ya usted ve: tenía que pasar una tragedia como ésta para que reaccionaran. Hasta que no hay un muerto de por medio, no se mueve nadie. Y esta vez hubo unos cuantos, cómo treinta... ¿Ah, no? ¿Sólo fueron cinco? Es que usted sabe como es la gente, empieza a sumar y... Sí, yo le cuento. Discúlpeme compañero, es que me pongo nerviosa. ¿Esa noche? Sí, si había un calor de mil demonios, por eso yo estaba afuera a pesar del escándalo, si a veces una no sabe si es mejor que haya apagón con tal de que no... Ay, discúlpeme otra vez, compañero. Bueno, yo recuerdo que antes que comenzará aquella horrible batalla, porque fue una batalla, ni una bronca ni un pleito, ahí volaron hasta cabezas. Bueno, es un decir. Mire, unos minutos antes de que empezara yo sentí una brisa repentina, de lo más agradable, como si se abriera una ventana de golpe y el aire te sorprendiera. Que bueno que va a refrescar, pensé yo, pero de pronto aquella brisa, que no dejaba de soplar, comenzó a cambiar, y era como un vaho caliente y el olor... mire, mire como me erizo... ¡Jesús, María y José! Olía a muchas cosas: a queso rancio, a sudor de caballos, a madera quemada, a hierro oxidado, a sangre seca, a azufre... ¡Al diablo colora'o! Yo juraría que hasta el cielo cambió de color, pero no lo hago porque yo estaba con la vista fija en un señor muy bien vestido de blanco, con gafas, extranjero evidentemente, que salía del público como en dirección a mi edificio, y entonces fue como una ola grande rompiendo contra una roca, el tumulto que empezó a desperdigarse y a gritar, y a correr. Y la gente cayendo como moscas. Ay, si me da un dolor en el pecho, compañero. Yo creía que me daba un infarto en aquel momento. ¿Dónde empezó la bronca? Ay, no sé decirle, en el centro creo.

Gladys García del Valle, 59 años

Ama de Casa


Yo lo reconozco, agente, yo llevaba una navaja, pero yo no corté a nadie. En cambio míreme, me rajaron el brazo desde el hombro y me jodieron pa' to' la vida. Uno está tranquilo, después de meterse una semana estibando cemento y doblando el lomo y lo que uno quiere es desconectar: echándose unos lagues, vacilando con la jevita, tirando un pasillo, uno no está pa' bronca, ni pa' jodienda, agente. Pero por si acaso hay que ir prepara'o. Y así to' te "rayan". Yo reconozco que cuando me sentí el dolor en el brazo y la mojazón en la mano, me dije "Cojone, me picaron" Y con la otra mano saqué la navaja. Yanairi empezó a gritar, y cuando vi que tenía la cara cortá ahí sí que me entró una flojera, porque a mí la vista de mi sangre no me impresiona tanto como la de otra gente. No sé, pendejería de uno. No sé que más pasó, agente, yo me desmayé. No sé si porque perdí mucha sangre, o por la vista de la sangre de mi novia. Pero ya me desperté en el Nacional. Yo lo único que quiero es que ustedes encuentren al cabrón o a los cabrones que empezaron to' esto porque hay mucha gente jodía...Y todo son bolas y chismes, y en la concreta ¿de los responsables, qué? No, yo me calmo...Yo me calmo. ¿Antes de la bronca? Deje ver si recuerdo algo. Nosotros estábamos bastante en el centro, había un grupo de tembas contentos delante, atrás unas vejiguitas de secundaria, de esas que deberían todavía acostarse con la calabacita, no sé... gente en lo suyo. Ah, sí un grupito de chamas más grandecitos, como de quince o diecisiete años. Estaban con un extranjero, muy bien vestido, incluso recuerdo que pensé, "mira al yuma asqueroso este, maricón segurito", pero creo que en lo que andaban era en la fumadera de marihuana, porque yo no les vi botellas de ron, sólo cigarros. Me perdona, agente, pero a mí ninguno de ellos me da pa' empezar aquello.

Eladio Iznaga Rodríguez, 37 años

Estibador


Yo soy amigo de Yudel y de Jaime, sí. Pero yo no fui al concierto ese día con ellos. Es que mi mamá se pone muy nerviosa cuando yo voy a esos bailables. Mire, que desde que pasó eso está más psiquiátrica con la idea de que me va a pasar algo malo cuando me demoro un poquito. Está enferma de la cabeza, pero tengo que darle la razón después de todo. Lo malo es que ahora me repite constantemente "Ay, mijo, mira lo que le pasó a esos muchachos, si no me hubieras hecho caso estarías ahora como ellos". Nada, que la singuilla no me la quito de arriba. Ellos querían que yo fuera. Jaime tenía un punto ahí, un alemán creo, que estaba interesado en comprar CDs de música cubana, y como él y Geysel queman discos y eso, decía que tal vez le caía una tierrita dura. No, compañero, ellos no son fumadores de marihuana, ni consumen otra droga. Bueno, una vez, en un campismo, Jaime consiguió y algunos probaron... pero no pasó de eso. Un poco de risa boba, y de cantaleta sin sentido... Nada de convulsiones, no. Yo creo que eso que dicen de que los broders están en el pico de la piragua por consumir marihuana no es cierto. Porque ni eran, ¿cómo se dice? ¿adectos... adictos? Ni eran adictos, y ya eso lo habían probado una vez sin que les pasara nada. Ellos son unos locos, pero normal... nada conflictivos. Ah, sí. Geysel es el que está fundío con todo lo que pasó. El fue el único que está bien, digo, ¿qué bien de qué? ¡Que está vivo! Pero tiene una fundidera tremenda. Yo creo que se quedó loco de verdad. No quiere hablar con nadie. Dicen que va al hospital todos los días a ver al Yude y a Jaime, y que no dice ni pío. La madre le contó a la mía que Geysel tiene pesadillas por la noche y grita cosas sin sentido. Creo que con el psiquiatra no han resuelto mucho. Que le dijeron que tenía un trastorno de stress de posguerra... ¿postraumático? Eso mismo. ¿Ustedes han logrado hablar con él?

Alejandro Madera Guillot, 16 años

Estudiante, Politécnico de Economía



Ilustración: Valeria Uccelli

Usted no me va a creer, ni la psiquiatra, ni el policía ese, ni mi madre porque nadie puede creer esto, entiende, así que ya que me dijeron que estaba loco yo mejor me quedo con eso por dentro y ya, no vaya a ser que él vuelva y entonces me pida cuentas porque yo soy el único que está afuera y porque yo boté el cigarro antes que los otros y yo le vi aquellos ojos por encima de los ojos de todos y vi que estaba mirándome y sentía que me obligaba a seguir inhalando y que aquella cosa que se abría dentro de mi cabeza continuara creciendo y que mi cuerpo ya no fuera mío sino la llave, o la combinación o la misma puerta por la que salía todo aquello que no era una alucinación mierdera de esas con lucecitas ni colores brillantes ni musiquita boba sino el infierno pasando por las venas de uno y por la carne de uno y por los sentidos y las neuronas sin poder detenerlo desde que él nos dio a fumar lo que llamaba marihuana europea industrial que venía en caja con filtro y el pobre de Jaime que decía que el alemán era mamey que nos iba a pagar una astilla gorda por los cds y que mira que toca'o que vino al concierto y él ofreciendo su sonrisa helada que a mí me enfriaba hasta la nuca porque no me cae bien asere que cuando mira con esos ojos azules que parecen de vidrio y esa blancura de yeso da la impresión de un fantasma y que comemierda eres me dice Jaime y Yudel emboba'o con el hablar gangoso y enciende el primero aquel cigarro que parecía como un sexto dedo que se desprendía de la mano de aquello y luego Jaime y yo a tanta insistencia y al principio todo suave y como una frescura de una ventana que se abre entre el tumulto agitado y pegajoso de sudor y una sensación de levitar y desprenderte del cuerpo que entonces te abandona y sientes que por cada pedacito de él fluye una corriente desde algún sitio imposible de ubicar y todo ante los ojos se vuelve rojo y ya no estoy en el concierto sino en un campo ardiente donde miles de hombres a caballo con gorros de lana espadas sangrantes y teas encendidas queman la ciudad de Kiev y yo como coño sé que esa ciudad es Kiev y que aquellas son las tropas mongolas de Batú Khan y luego los garrotes y los cuchillos que degüellan y despedazan a los hugonotes en medio de la madrugada del agosto parisino y de donde carajo sé que es 1572 y que aquello es Francia cuando la cara de esa mujer viene rodando hasta mis pies mientras el vocerío grita y aplaude y libera su odio sobre la tarima que no tiene la orquesta sino la guillotina chorreante y ya a estas alturas ni me pregunto de dónde saco que esa cabeza dirigía el cuerpo de una tal Maria Antonieta porque de si de algo estoy claro todavía es que a mí los idiomas nunca se me dieron y mucho menos la Historia.



Anabel Enríquez Piñeiro es uno de los nombres emergentes de la literatura fantástica cubana, ámbito en la que se la ve aparecer seguida y activamente. Nacida en la ciudad cubana Santa Clara en 1973, es publicista, licenciada en sicología y Master en Ciencias de la Comunicación. Además es guionista, trabajo que —nos comenta— le consume bastante tiempo en la actualidad. En Axxón publicamos recientemente un excelente cuento de Anabel llamado "Deuda temporal" (177).


Este cuento se vincula temáticamente con "LA LLAMA DESNUDA", de Dimitris G. Vekios (177) y "LA LLAMADA DE CTHULHU", de H.P. Lovecraft (165).


Axxón 178 - octubre de 2007
Cuento de autor latinoamericano (Cuentos : Fantástico : Terror : Visiones Infernales : Cuba : Cubana)