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Por Silvia Angiola


Una mirada a la oscuridad

Dirección:
Richard Linklater

País:
EE.UU.

Año: 2006

Duración: 100 minutos

Género
Animación, drama, ciencia-ficción.

Intérpretes
Keanu Reeves, Robert Downey Jr., Woody Harrelson, Wynona Ryder, Rory Cochrane

Guión
Richard Linklater, basado en la novela homónima de Philip K. Dick

Producción
Tommy Pallotta, Anne Walker-McBay, Palmer West, Jonah Smith, Erwin Stoff

Estreno en DVD
21 de marzo de 2007


UNA MIRADA A LA OSCURIDAD

En su primera película animada, Despertando a la Vida (2001), Richard Linklater le otorga a los sueños el mismo estatus de certidumbre que tiene la realidad. El protagonista está dormido y no logra despertarse: durante su periplo onírico conversa con distintos personajes acerca de los grandes interrogantes filosóficos de la existencia. Para darle al film un aspecto a medio camino entre el sueño y la realidad, el cineasta utilizó la rotoscopía, una técnica que permite pintar y animar las imágenes filmadas previamente en video digital. Los personajes son iguales a los actores pero sus figuras ondulan y cambian de forma, adaptándose al universo inmaterial que surge de la mente del protagonista.

Sin llegar a repetirse, Linklater disfruta explorando las múltiples variaciones que ofrece un mismo tema. Los sueños trascendentales del joven héroe de Despertando a la Vida se transforman en las pesadillas lisérgicas de los protagonistas de Una Mirada a la Oscuridad, una nueva animación con rotoscopía basada en el libro que Philip K. Dick escribió en 1977.

Las ficciones de Dick, aún aquellas que parecen simples borradores, se caracterizan por una inventiva que supera holgadamente los clichés del género. En una época en la que la ciencia-ficción se enorgullecía de la racionalidad de sus especulaciones, uno de sus máximos referentes optó por incluir en su literatura una buena dosis de caos. En el proceso de desmontar la realidad, Dick le arranca el velo de coherencia al mundo, revelando hasta qué punto son engañosas las presunciones que adoptamos cada día. Sus héroes habitan en el lado más opaco y marchito de la existencia. Tienen problemas para autenticar los objetos que los rodean, los individuos con los que tratan y hasta su propia naturaleza. Una Mirada a la Oscuridad es una historia autorreferencial y un alegato contra la droga apenas disfrazado de ciencia-ficción. En su conmovedora nota final el autor subraya: “No soy ningún personaje de esta novela; soy la novela”.

Bob Arctor (Keanu Reeves), un camarada más dentro de un grupo de adictos, es al mismo tiempo el policía encubierto Fred, encargado de espiarlos. En el transcurso de su investigación, Arctor empieza a consumir la "sustancia D", un estimulante fuertemente adictivo que le provee su novia Donna (Winona Ryder). El plan del policía es usar a la chica para identificar a los que manufacturan y distribuyen la droga. En la casa de Arctor las autoridades han instalado varios escáners que registran los movimientos de los hombres que viven con él —Barris (Robert Downey Jr.) y Luckman (Woody Harrelson)—, y los de Bob Arctor mismo, ya que nadie conoce su verdadera identidad. Para resguardar el anonimato, los agentes de narcóticos se ven obligados a usar un camuflaje: una membrana envolvente que es capaz de combinar y proyectar en su superficie hasta un millón y medio de fragmentos corporales.

En el núcleo de Una Mirada a la Oscuridad subyace una sociedad que ha resuelto desechar a un grupo de marginales cuyo rescate no vale la pena. La simpatía de Dick, un autor sensible a la fragilidad de sus criaturas, se decanta por esos seres a la deriva, perdedores de todas las batallas contra el sistema. La de Linklater también.

Decidido a recuperar el texto con la mayor fidelidad posible, el director tuvo qu correr varios riesgos: trabajar con un material cinematográficamente difícil, filmar una película de ciencia-ficción con un presupuesto bajo para los estándares de Hollywood, y confiar en la inteligencia del espectador. La estructura de la narración sigue escrupulosamente la novela de Dick, incluyendo los tiempos muertos y las conversaciones ociosas entre los personajes. La pertinencia de la animación, que tan bien se articula con las cualidades abstractas de Despertando a la Vida, es discutible en el caso de Una Mirada a la Oscuridad. Facilita la representación de las alucinaciones provocadas por la droga y del llamativo atuendo que utilizan los agentes, pero crea una distancia afectiva tan grande con los personajes que al espectador le resulta casi imposible conmoverse con lo que pasa en la pantalla.

Sin embargo, de todos los directores que han llevado las historias de Philip K. Dick al cine, fue Linklater el que más se aventuró en el universo del escritor, quizás porque encontró múltiples resonancias con su propia obra. A pesar de sus imperfecciones, Una Mirada a la Oscuridad es un manifiesto contra todo lo que compromete la conciencia y la libertad de elección del ser humano. Una reflexión sobre la inminencia de un mundo en donde las personas se han convertido en una colección de imágenes y Bob Arctor desea que los escáners puedan ver “claramente” para que le devuelvan su identidad.

                       
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