EL ASUNTO GARCIA

Orlando Mejía Rivera

Colombia

I

El 15 de febrero tomé el tranvía en la plaza de Bolívar con un libro de poesías de Góngora que me había prestado mi amigo Domingo; eran como las tres de la tarde y hacía frío, yo disfrutaba de la ironía de los versos "Cada uno estornuda/Como Dios le ayuda", cuando vi entrar por la puerta principal a un fauno vestido de levita negra, con sombrero de copa, pero al cual se le veían los cascos lustrosos por debajo del pantalón, los cachos elevaban su sombrero unos siete centímetros de la cabeza y las barbas rojizas de chivo formaban una especie de escoba de fuego. Se quedó mirándome con burla y luego desapareció en el aire, sin que ninguno de los demás pasajeros hubiesen dado muestras de haberlo visto.

Han pasado casi dos meses de ese episodio y debo confesar que el rostro del fauno se me ha vuelto una imagen obsesiva que aparece en mis sueños. Ahora nada es lo mismo, aunque sigo mi rutina de conversar con los amigotes en el Gato Negro, de buscar a Juanita luego de que sale de su turno en El Molino y de estudiar de mala gana con Luisito las lecciones de derecho procesal; me siento como habitando otra ciudad dentro de la ciudad, como si yo fuera el único ser vivo o por el contrario un fantasma perdido en un mundo de carne y hueso.

La vaina social cada vez es más jodida, mientras se han gastado una millonada en las banderitas de todos los países para colocar en la ciudad y han inaugurado "El venado de Oro" para que Bogotá no esté por debajo de París, la gente no tiene para la leche ni el pan y todos los días aparecen hombres muertos, sin testículos ni cabeza, flotando en el río Bogotá.

Lo único que me saca la nostalgia es la poesía satírica de Quevedo y las noches turbulentas en el burdel de la Coja; quizá lo que quiero de verdad es ser un poeta maldito y morir de tuberculosis en brazos de Juanita, mientras mis poemas arden en la caneca de la basura y el espíritu de Rimbaud me guiña el ojo desde el más allá. Pero no, lo que en realidad quiero es liberarme de este frío y de la presencia de ese fauno burlón. Anoche, mientras escribía la idea para un poema o un relato que me vino a la imaginación como dictado por los dioses, volvió a aparecer el fauno, su cara me miraba desde la parte exterior de la ventana del cuarto y yo corrí a enfrentarlo cansado de mi miedo, pero desapareció al acercarme al vidrio.

Después tuve ese extraño y terrible sueño: vi una multitud de personas iracundas arrastrando el cadáver deforme de un hombre a través de los rieles del tranvía, luego llegaban al palacio de Nariño y tiraban sus despojos, aparecía la policía y el ejército, los tanques masacraron a la gente, los emboladores borrachos se quitaban las camisas, las empapaban en gasolina y le prendían candela a los edificios del centro, el periódico El Siglo fue quemado y en el suelo quedaron pedazos rotos de máquinas de escribir que habían tirado los incendiarios por las ventanas.

Las ferreterías, las licoreras, los almacenes de ropa fueron asaltados por la turba, huelo a sangre y a aguardiente, la ciudad arde en cien distintos fuegos, los tranvías son volteados e incendiados, los francotiradores desde las azoteas y las terrazas de las iglesias disparan a todo lo que se mueva, un aguacero llega a las tres de la tarde y salva de las cenizas a la ciudad, yo me veo caminando como un sonámbulo por la carrera octava con la Jiménez, han quemado la pensión, mis libros y mi escasa ropa no existen, de pronto veo al fauno que me sonríe y despierto tiritando de frío y de miedo. Me asomo a la ventana y observo la ciudad tranquila y limpia, con un sol tenue que cubre los tejados de barro. La mañana me la pasé escudriñando la ciudad, como convenciéndome que mi sueño sí había sido un sueño, todo el día he tenido en la memoria los versos de Eliot "Las casas han desaparecido bajo el mar/Los bailarines han desaparecido bajo la colina" y ese que dice "el funeral de nadie, porque no hay a quien enterrar". Al mediodía estuvimos hablando de política en la pensión de la calle Florián, esperando a que sirvieran el almuerzo; José y Luis Enrique creen en la revolución, yo no sé en qué creo, a lo mejor en nada. El reloj da la una en punto y de pronto veo al fauno al lado mío, me mira y se ríe, baja las escaleras y yo, cansado de ese chivo fantasmal de mierda, salgo tras él, llegamos a la calle y lo sigo casi corriendo, doblamos la Jiménez y cogemos por toda la séptima, ya casi lo alcanzo... te voy a hacer hablar fauno burlón, de pronto veo que se para, se voltea y me mira, en ese momento sólo escucho como golpes de tambor y un calorcito que me recuerda mi tierra.


II

Diario Jornada. 10 de Abril de 1948. Bogotá.

En el día de ayer, en extraños hechos fue abaleado y muerto un estudiante (al parecer de filosofía) de la universidad Nacional, de apellido García, de 20 años de edad, que vestía un buzo negro de cuello de tortuga y un pantalón café oscuro de dril. El sitio del crimen fue en la carrera 7a N° 14-51, al frente del edificio donde tiene su oficina el Doctor Jorge Eliecer Gaitán. Testigos afirman que hacia la 1:05 pm venía el estudiante caminando apresuradamente por la séptima y un hombre de baja estatura, de vestido gris a rayas muy grasoso, de nariz aguileña y mostrando una frialdad espeluznante, sacó un revolver y disparó tres tiros que penetraron la frente del occiso, su costado izquierdo y el abdomen. Después, refieren los testigos que el asesino salió corriendo con la pistola en la mano hacía el sur y nadie se atrevió a interceptarlo.

El informe forense afirma que un tiro se alojó en la región occipital del cerebro, otro en el pulmón izquierdo y el tercero destruyó su hígado. El primer tiro fue el mortal. Lo más llamativo de este crimen es que de manera coincidencial los doctores Jorge Eliecer Gaitán, Plinio Mendoza Neira, Alejandro Vallejo, Jorge Padilla y el médico Pedro Eliseo Cruz acababan de salir del edificio y se encontraban un metro detrás del sujeto abaleado. Aunque el doctor Vallejo y cierto sector del movimiento gaitanista han insinuado que los disparos podrían haber sido en realidad dirigidos contra el doctor Gaitán, él mismo ha descartado esta posibilidad porque está convencido "de que el pueblo de Bogotá es mi guardián y nadie se atrevería a atentar contra el jefe del pueblo".

El diario EL SIGLO ha publicado un editorial en su edición especial de la tarde donde desmiente los "calumniosos rumores de los bandidos comunistas" de que los disparos hayan tenido que ver con un atentado fallido a Gaitán. De todos modos este confuso crimen ha llevado a que el gobierno del Doctor Ospina Pérez haya aceptado, tardíamente, invitar al caudillo liberal como conferencista de la novena conferencia panamericana, que viene celebrándose con éxito en Bogotá y en donde existe una gran expectativa, de parte de todos los dirigentes de Latinoamérica, por las palabras del invitado general Marshall y la posibilidad de que apoye un plan económico de ayuda similar al otorgado a Europa. Hasta este momento el asesino no ha sido capturado y no se conocen detalles de quien era el estudiante muerto. La ciudad está en completa calma, haciendo honor al elogioso nombre que le ha dado el diplomático Miguel Cané de "La Atenas Sudamericana".


III

Informe judicial: Asunto García

De: sargento Marín

Para: mi teniente Murillo

Fecha: 15 de Abril de 1948.

Una vez hechas las averiguaciones iniciales pertinentes, me permito informarle mi teniente, que el sujeto muerto era un estudiante de segundo año de Derecho de la Universidad Nacional, oriundo de la costa Atlántica, que según algunos de sus compañeros de estudio era "un caso perdido, borracho y mujeriego" que faltaba con frecuencia a sus obligaciones estudiantiles y frecuentaba los cafés y bares de la carrera 7ª y los burdeles de la zona de tolerancia, en especial el de la Coja.


Ilustración: Pedro Belushi

No es claro que perteneciera al partido comunista pero muchos de sus amigos sí eran rojos furibundos, por lo cual se podría plantear que su muerte se debió a rencillas entre comunistas o también a algún asunto de faldas, dadas sus costumbres desordenadas. Al revisar su habitación, ubicada en una pensión de la calle Florián, me permito mi teniente especificar los objetos hallados:

1- Cinco pantalones de dril, con cuatro buzos de lana de cuello de tortuga.

2- Un vestido de paño completo, muy viejo y sucio.

3- Dos pares de zapatos mocasines, interiores y medias.

4- Elementos de aseo personal.

5- Unos 20 libros de literatura (o eso me pareció) rayados con lapicero de tinta roja (otra prueba mi teniente para insinuar sus nexos comunistas).

6- Un folleto subversivo de las "Juventudes comunistas de América".

7- Un libro grueso, abierto sobre el escritorio en la página 214, que tiene el título de "Ulises de Joyce" y que debe ser un repugnante libraco pornográfico mi teniente, pues lo único que se entiende son groserías como "Ese es el hombre que me lo dio" y "desnudos inodoros limpios". Y:

8- Una especie de diario donde lo último que anotó es del 8 de abril, a las 10.30 pm, y que me llama mucho la atención, pues parece como un escrito secreto y codificado donde se habla del fusilamiento de un miembro del ejército y que podría ser el punto clave para clarificar el crimen, es decir mi teniente, para comprobar que fue un asunto entre esos rojos comunistas hijos de puta. Adjunto la página referida.

"8 de Abril. 10.30 pm. 1948. Idea para poema épico o relato futuro: la imagen: Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el (general) coronel Aureliano Buendía, había de recordar aquella tarde (distante) remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo... Pueblo original donde la historia no ha llegado. Un manuscrito escrito por un gitano, tiempo circular, el tono de la abuela para contar las historias. Titulo optativo: La Casa... ¡CARAJO! OTRA VEZ EL FAUNO".



Orlando Mejia Rivera nació el 30 de agosto de 1961 en Bogotá, Colombia y actualmente reside en Manizales. Es médico, especialista en medicina interna, pero también escritor. Posee un Magister en filosofía con énfasis en epistemología y es profesor titular e investigador del Programa de Medicina en la Facultad de ciencias para la salud de la Universidad de Caldas. Ha publicado, entre otros, los libros: Antropología de la muerte (1987), Humanismo y Antihumanismo (1991), La Casa Rosada (1997), La muerte y sus símbolos (1999), De clones, ciborgs y sirenas (2000), La generación mutante: nuevos narradores colombianos (2002). Los descubrimientos Serendípicos. Aproximaciones epistemológicas al contexto del descubrimiento científico (2004). Extraños escenarios de la noche (2005). Debemos destacar que este cuento, "El Asunto García", fue premiado en el concurso "Bogotá una ciudad que sueña" (1997), por lo que ha sido publicado en varias antologías colombianas, entre las cuales está Los Contemporáneos del porvenir. (Primera antología de Ciencia Ficción Colombiana) (2000) cuyo editor fue René Rebetez.


Axxón 168 - noviembre de 2006
Cuento de autor latinoamericano (Cuentos: Fantástico: Ciencia Ficción: Ucronía: Colombia: Colombiano).