Página Axxón Axxón 165

Una araña y otros artefactos encantadores
por Sergio Gaut vel Hartman

 

Se denominó "arañas", casi en familia, a los equipos de cuatro personas (ocho manos o "patas" ) formados en el seno del Taller 7 con el objetivo de escribir cuentos colectivos, así de sencillo. Era toda una experiencia y, hasta ahora, sólo existe una ficción derivada de la misma: "Seol", el cuento de Américo C. España que publicamos hoy en Axxón. Como creemos que se trata de una espléndida labor y que los detalles internos, la cocina del asunto, merecen ser conocidos, le hemos preguntado sus impresiones de lo actuado a los cuatro participantes.


Ricardo Germán Giorno, el más veterano del grupo (aunque declara haber empezado a escribir a los cuarenta y ocho años y "en serio" desde que entró al Taller 7), sostiene que el arte de escribir en grupo es el arte de morderse los codos para no tratar de imponer las propias ideas en exclusiva. En su caso fue mucho más difícil de lo que se puede imaginar cualquiera, pero se lo impuso como una meta personal y el logro está a la vista... aunque opina que lo más importante es lo que está por venir.

¿Tiene futuro escribir en grupo? ¿Sobrevivirá la araña a este primer intento? El Taller 7 es un espacio plástico, muy maleable, y tanto se presta para encarar proyectos individuales —y obtener apoyo del grupo para concretarlos— como colectivos, entre dos, tres o cuatro escritores que hacen circular ideas y correcciones al mismo tiempo que crean una ficción.

David Moñino, que vive a muchos kilómetros de Ricardo, en España —otra de las ventajas inéditas de esta forma de trabajar—, no había participado en ningún intento de escritura a ocho manos, aunque sí en "encadenados", que no disfrutó mucho. Dice que está orgulloso de "Seol", y que eso lo anima a seguir. El proceso de elaboración de este cuento ha sido parecido al de un encadenado, por lo que en un principio parece haberlo encarado con cierta reticencia. Sin embargo, aún así se esforzó al máximo —fue él quien empezó a escribir— para que pudiera tener un buen gancho para el lector. Por lo pronto le ha gustado hacer esto y está dispuesto a repetirlo en cuanto se pueda.

Tal vez en este punto haya que hacer una aclaración para que se distinga entre un "encadenado" y una "araña". Empezar una historia con otras tres personas (podrían ser más) implica esperar el giro para que llegue de nuevo al que la inició. Es muy posible que tras escribir 500 ó 1.000 palabras y tener ciertas rutas definidas para la trama en la propia cabeza, retorne algo que en nada se parece al original. En cambio en el caso de una araña se estipuló que el trabajo se debía realizar de modo tal que los nuevos pasos y golpes de timón obtuvieran cierto grado de acuerdo unánime. Quizá la mayor diferencia entre un encadenado y una araña esté en que en el primer caso se "juega" a escribir un cuento y en el segundo se escribe un cuento con todo el rigor que se requiere para llevarlo hasta el desenlace.

Para Erath, quien debe ahuyentar a seis niños que moscardonean a su alrededor a la hora de sentarse a escribir, el resultado de este "ocho patas" ha sido más que nada didáctico. Declara que ha aprendido muchísimo de sus compañeros, que tienen más experiencia que él —supongo que se referirá a experiencia literaria— y que no le fue difícil compenetrarse a pesar de las distintas maneras de pensar de los cuatro. Erath aclara algo importante: se decidieron por el horror pues casi ninguno había escrito algo de ese género. Encantador. Es decir, animarse a explorar nuevos territorios, porque se hace mejor pie sostenido por la mano de un compañero, podría ser una práctica aconsejable para todos aquellos que miran con reservas géneros nunca practicados.

Eduardo Laens aclara detalles jugosos cuando explica que se descartaron algunas de las estrategias propuestas, como por ejemplo "un personaje cada uno". Optaron por dividir la narración en cuatro instancias imaginarias: "principio - medio - medio - fin" y decidieron quien empezaba y sólo resolvieron usar el común acuerdo para elegir el género, lo que se logró por consenso. Pero no se impuso ningún parámetro más. Una vez que cada uno escribió su cuarto de cuento le dieron varias repasadas para corregir aspectos narrativos y literarios, así como plantearon sus ideas acerca de dónde había que resaltar los puntos fuertes de la historia. Lo que destaca Eduardo es que por sobre todo hubo humildad y profesionalismo en el trabajo; todos opinaron abiertamente sobre lo elaborado por los demás, con honestidad y respondiendo con altura y compromiso. Es muy probable que sin esto último la obra no habría llegado a buen puerto, ya que, como ya se señaló, los cuatro tienen estilos e ideas diferentes, pero como dice Gestalt: "el todo es más que la suma de las partes".

Poco se puede agregar después de esta violenta irrupción de la sinergia. Es posible que sigamos sin saber cómo lograron coincidir cuatro personas en tema y personajes y cómo es posible presentar una obra construida de este modo sin que se vean las costuras. No importa. Todos, a su tiempo, expresaron la esperanza de que éste sea el primero de muchos cuentos que escriban juntos. Por nuestra parte queda la satisfacción de haber propiciado el proyecto y que hasta tal punto han logrado su cometido que ustedes lo acaban de leer o están a punto de hacerlo.

Sin embargo, no sólo de arañas viven las mujeres y hombres que habitan el Taller 7. Esta entrega de cuentos de Axxón se fundamenta en que podemos darnos algunos lujos y el lujo de hoy es poder presentar otros tres cuentos que nacieron y crecieron en el taller o al amparo del mismo. Son ejemplos vivos de la elasticidad de la que se habla más arriba, y aunque se trata de obras individuales y no colectivas, en su elaboración aparecen elementos o impulsos relacionados con la posibilidad de compartir ideas, someterlas al ojo, la mente y la mano del otro o aceptar una consigna o una propuesta que se generó desde la conducción del taller.

Inma Rumbau, por ejemplo, elaboró "Cierra los ojos" a partir de la consigna del ejercicio 6 del taller, allá por febrero de 2005, y si bien el cuento definitivo no difiere de un modo drástico del texto que elaboró entonces, es indiscutible que la autora lo revisó en función de los comentarios que se le hicieron. El taller no tiene la misión de torcer el rumbo de lo que el escritor se propone, si su objetivo es claro y el modo que usa para llegar a él es firme. Pero en el caso de creadores con poca experiencia la opinión ajena opera como respaldo y suele despejar dudas e inseguridades.

El caso de Claudio Amodeo es muy diferente. El cuento fue escrito por uno de los miembros más activos del taller y se originó en un proyecto que nació en su seno, aunque abarque espacios más allá de sus fronteras. Pero el cuento "Este es tu cuerpo" no pasó por el taller. ¿Cómo es eso? En efecto, al ser publicado en Axxón será leído por los otros miembros del taller como una absoluta novedad. Lo que ocurre es que el cuento fue motivado por la ilustración que lo acompaña y no a la inversa. Desde hace algunos meses estamos trabajando esa variante creativa y los resultados han sido más que auspiciosos. Dos cuentos de esa estirpe, pertenecientes a Ricardo Castrilli y Hernán Domínguez Nimo, no sólo se publicaron en Axxón 160 sino que además ya han sido traducidos al inglés y al francés. Actualmente hay más de cuarenta ilustraciones en proceso de ser "cuenteadas" y eso, que representa un seductor impulso para cualquier creador receptivo, tiene una ventaja adicional: hemos incorporado ilustradores que naturalmente no podrían ilustrar nada a partir de un cuento nuestro... porque no leen castellano. Hay obras de artistas norteamericanos, franceses, croatas, estonios... y habrá más. El cuento de Claudio se originó en un dibujo de nuestro ínclito bebedor de tequila, el mexicano Fraga y pone en evidencia que la técnica para aprovechar al máximo las posibilidades de una consigna consiste en dejarse llevar un poco y luego dar el tacazo, el fustazo, el envión...

Por último, pero no al final, tenemos un cuento del fecundo Hernán Domínguez Nimo. Tampoco es un cuento del taller, pero Hernán es un escritor del taller... ¿Cómo se lee esto? Desde que Hernán se incorporó al Taller 7 ha estado trabajando con envidiable intensidad, adoptando las consignas, aliándose con otros miembros para formar equipos dejándose secuestrar por el clima de trabajo que impera. Ya hablamos de sinergia, por lo que no vamos a repetir el concepto, pero es indiscutible que existe un plus de potencia aprovechable cuando mucha gente se concentra en una tarea semejante. "El número uno" no es, como queda dicho, un cuento del taller en sentido estricto, pero lo es oblicuamente porque nació de una propuesta lanzada al taller: escribir un cuento en el que los elementos de la ciencia ficción se cruzaran con los de otro género o tema. Hernán eligió mixturar ciencia ficción con deporte, y este es el resultado.

En síntesis: esto es lo que el Taller 7 es capaz de hacer, o parte de ello. Y para terminar, una mención a algo que otros hubieran dicho al principio y más que justificar demuestra qué somos y por qué existimos: se acaban de cumplir los primeros dos años de vida del Taller 7. Tal vez tendríamos que haber abierto botellas virtuales y vertido el contenido virtual en copas virtuales. Nosotros, como somos un poco locos, preferimos celebrar demostrando que lo virtual, a veces, cuando cae en las manos apropiadas, es muy tangible y valioso.


©2006 Sergio Gaut vel Hartman



Axxón 165 - agosto de 2006

 
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