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AnaCrónicas

por Otis

Hola. No, hoy no soy Otis. Bah, en realidad nunca soy Otis. Soy Andrés, el cronista estrella de la sección, y hoy me toca a mí escribir el texto introductorio.
      No, Otis no volvió a desaparecer. Estamos razonablemente seguros de que sigue dentro de los límites de la heredad. Ya temíamos que volviera a ocurrir un incidente como el que meses atrás obligó al licenciado Menditegui a asumir provisionalmente el control de AnaCrónicas, y tomamos medidas para evitarlo. Una de esas medidas fue implantar un chip bajo la piel de Otis (debido a restricciones presupuestarias, usamos el de una tarjeta musical). En estos momentos, un técnico recorre el parque armado de una antena receptora. Confiamos en que, si América TV no hace mucha interferencia, lo encontraremos muy pronto.
      ¿Qué pasó?, se preguntarán. Creo que lo mejor será que lo relate de manera concisa y desde el principio: Un punto de dimensión nula y densidad infinita explotó, y quince mil millones de años después Otis salió de su oficina gritando “¡Me descubrieron! ¡Me descubrieron!”. Desde entonces lo buscamos.
Claro que, mientras tanto, alguien tenía que averiguar qué había pasado y poner a punto la entrega del mes. Así que entré en su oficina, y me encontré con este e-mail en la pantalla de la computadora:

Sr. Otis, Estimadísimo editor de Caras:
      Quisiera hacerle llegar la presente colaboración, que creo sigue el perfil de vuestra publicación.
      Desde ya, quedo a su entera disposición para realizar los ajustes pertinentes si así fuera necesario, sólo le solicito que, de no considerar éste un material publicable en vuestra sección de sociedad, me lo comunique a la brevedad. Sólo me resta comentarle que esta actividad es considerada en la actualidad como el nuevo trend entre la haute société porteña.
      (In)sinceramente suya,

      Misia Calistenia Ortiz
      Cronista de Sociedad

Intrigante en verdad. ¿Era esto lo que había asustado a Otis? ¿Llevaba él una doble vida editorial? Y ¿teníamos una sección de sociedad? Comprobé enseguida que el mensaje no sólo afectó a nuestro director, sino que además causó un desbarajuste en el disco rígido. Una verdadera lástima, porque para el cumpleaños de Axxón habíamos preparado una edición especial, con cuentos inéditos de Philip K. Dick y Cordwainer Smith, canalizados a través de una tablita Ouija a energía solar. (El doctor Asimov se rehusó a tomar parte, alegando que él no cree en esas cosas.) Todo eso se perdió, y fue reemplazado por algo aún más extravagante.
      Sospecho que el e-mail traía un virus, pero Rosemary Romero (38) no está de acuerdo. Según ella, el mensaje hizo vibrar a la computadora en una frecuencia armónica resonante con la dimensión paraskevidekatriafóbica del texto, o algo así. Dänik (Eraparauntaar, 51) le dio extrañamente la razón. (Esos dos andan muy juntitos últimamente. Para mí que se traen algo.)
      Cualquiera fuera la causa, los planes para las AnaCrónicas del mes se fueron por los caños. Y ya no había tiempo físico ni espacio químico para tratar de rescatar los contenidos originales, así que decidí mandar la sección tal como quedó, con la colaboración de esta buena señora y todo lo demás. Espero que lo disfruten.


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