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AnaCrónicas

por Otis

Ea, mis consuetudinarios lectores, ved de qué guisa quedádose ha sin hojas cual autumnal arborescencia otro ya inútil calendario, y un nuevo ciclo gregoriano inicio ha dado en la interminable elipse orbitoplanetaria, en uno de cuyos focos rimbombante siéntase la estrella palatina.
      No se os escapa, pues sabido es de la creación entera que tal cosa impedida es por la exquisita sensibilidad de vuestro espíritu, pues no estaríais de otro modo usufructuando de tan baja cuanto estéril manera los auríficos instantes de mi transcurrir, que bien podría yo emplear en más provechosas empresas, el modo inenarrable en que el cardinal que la regular nomenclatura constituye del lozanamente estrenado lapso, único e irrepetible es cual vucetichano e incriminador rastro; impar ola en el piélago infinito de la cuarta dimensión, a cuya tasa llaman los hombres Historia.
      Pues en vuestra irregularmente esclarecida cognición ha de haber a buen seguro surgido, cual solitaria flor del desierto tras la pluvial excepción, la portentosa y aperplejante revelación de que no ha habido ni tornará a haber jamás otro año que ser llamado dos mil cuatro merezca; notoria salvedad hecha, cual habréis de vislumbrar si placas para la indagación del efecto Casimir no reemplazan vuestros auditivos pabellones, el día en que cuatrocientos coma ocho lustros hayan acontecido desde el ya no tan lejano amanecer en que, presa de un irresistible arrebato y con luz primordial en sus ojos y corazones, corra la Humanidad en único y homogéneo bloque a rendirme el por tanto tiempo negado y ya entonces inamovible tributo. ¡Adelante, oficiad vosotros mismos de ejemplo y postraos a besar la tierra que mi sombra ha donosamente favorecido! ¿O tenéis acaso en tan corta estima las AnaCrónicas que torno hoy a ofreceros, rufianes de poca monta, como para teneros por acreedores a sus imperecederos esplendores y goces imparangonables sin de tal modo actuar?

Carta de Gregorio S. a todos los vertebrados del mundo
Solicitada
La piedra del escándalo
Por Andrés D.
El Gaucho de los Anillos
La comunidá del anillo (capítulo 15)

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