PARA QUE SE CUMPLA EL PLAN

Carlos Suchowolski

Argentina

El Consejero repitió la misma frase, poniendo al Egócrata en el límite de su paciencia.

—Pues eso, Camarada Presidente, que sólo es "una cuestión de tiempo". —Y como el Número Uno, a quien hasta el ciudadano menos informado del país conocía como Papi Mocos, nombre que sin duda no se solía escuchar en voz alta, ya había comenzado a agitar peligrosamente los veintitantos folios del informe que tenía delante, aceptó añadir—: He traído los detalles de la solución en la cabeza. Ningún recaudo es suficiente para salvaguardar un secreto de Estado.

—¡Tampoco que vaya y venga en la cabeza de alguien que no sea Yo Mismo! ¿No le parece camarada Trujillos?

Pá Mocos lo miraba cada vez más alucinado. Se pasó la manga por debajo de las narices arrastrando unas gotitas originadas en su eterna rinitis alérgica y decidió probar con un poco más de convicción, para lo cual desplazó la mano hacia el botoncito rojo que siempre procuraba que estuviera a la vista; ése con el que llamaba a los guardias que disparaban sin preguntar.

—Dígame, Trujillos —dijo suavemente, dejando breves intervalos en suspenso en los que aspiraba sonoridad característica, o sea, dejando ver, a quien lo conociera, que a cada frase aún le seguiría otra, es decir, que no admitiría que lo interrumpiera el otro—. ¿Acaso hoy ha decidido suicidarse después de presentar la renuncia por razones de salud? (snif) Se supone que venía a decirme cómo encarrilar el Plan de Desarrollo... (snif) ¿Me lo puede decir de una buena vez o es pedir demasiado? —añadió malhumorado dando por fin un inevitable estornudo y volviendo a pasar las hojas sin convicción, como si el párrafo explicativo se le hubiese traspapelado—. ¡Este informe es exactamente igual al que se aprobó hace dos años... (snif) y nadie consigue concienciar a los obreros suficientemente. Yo creo que lo que falta es espíritu patriótico y Ud me viene con... "frases milagrosas". ¡Necesitamos aumentar las fuerzas productivas (snif), acelerar la marcha del progreso (snif), conseguir lo antes posible que cada uno pida sólo (snif) lo que necesita y que se olvide de pedir más y más por su trabajo; en fin (snif), que sea comunista de inmediato! ¡Por su bien, espero que no me haga perder del todo la paciencia! Y ahora (snif), hable de una buena vez y explíquese con claridad.

El Consejero William Trujillos se pasó una mano por la poblada cabellera gris de veterano del Partido.

—Hemos estado haciendo muchos Planes de Futuro, pero ahora necesitamos meter el Futuro dentro los Planes —dijo mientras le temblaba el párpado derecho—. He reflexionado sobre la base del pensamiento de los Fundadores y la Justa Guía de la que usted, Camarada Primero, es obvio Intérprete, Maestro y Vigilante. Soy consciente del aprieto "aparente" —(las comillas fueron indicadas con las manos a la manera de un viejo cómico)— en el que nos encontramos, pero, insisto, sólo es y será "una cuestión de tiempo" —(de nuevo con el mismo gesto)—, y eso es lo único que hay que añadir al informe que redactamos y aprobamos hace dos años... Incluso sugiero que de ahora en adelante figure al final de todos los informes. Ahora bien —dijo en voz más baja y poniendo todo su empeño en trasmitir la convicción de que estaba a punto de revelar un secreto de Estado—: Si me permite acercarme, se lo diré al oído para que nadie que pudiera estar escuchando, lo que no quisiera que tomara más que como una suposición, pueda difundirlo antes de tiempo, je, precisamente, "justo antes"... —la voz del Consejero había ido debilitándose hasta el punto en que el Egócrata se sintió compelido a estirar el cuello mientras el otro se acercaba un poco e inclinaba el cuerpo.

—¿De... tiempo...? —dio un golpe sobre la mesa con el rollo del informe haciendo que el Consejero retrocediera los dos pasitos hacia adelante que había dado—. ¿Sólo una cuestión de tiempo?

—Ev... evit... evitaré los detalles si... si me lo permite, Ca... Camarada Presidente. Verá; el Plan Enérgico, el ENPLAN, como todo Plan nuestro debe cumplirse y se cumplirá, ¿verdad? Partiendo de eso... le diré cómo se llama la palanca y el punto de apoyo, es decir, las cuestiones puramente técnicas...

—Usted...

—¡Está bien, está bien! —continuó Trujillos sin permitirle hablar esta vez; sabía que había llegado al límite supremo: el dedo del Líder estaba acariciando el botoncito rojo—. En primer lugar, dejemos claro que contamos con el ENPLAN, camarada Presidente, que lleva un ritmo impecable, impecable, sólo que su tiempo, ¡ésa es precisamente la cuestión!, no es el presente... sino el futuro, según está per-fec-ta-men-te previsto, claro está. Y es obvio que no se me ha pasado considerar las dificultades exteriores, absolutamente exteriores, absolutamente subsanables algún día, absolutamente...

— ... se ha vuelto completamen... ¿Cómo se le ocurre meterse con Mi Plan Político? ¡Sabe perfectamente que no podemos liberar aún a los países limítrofes porque están demasiado lejos! —estalló Papi Mocos estornudando con el estruendo acostumbrado y esparciendo muchas gotitas de humedad sobre los papeles y varios lugares descubiertos del escritorio—. ¡Todavía!

—¡Oh, no; oh, no...! —se apresuró a parpadear Trujillos dando un tercer paso atrás y luego dos adelante—. ¡Jamás se me hubiera ocurrido sugerir una enmienda al "Plan de Universalización Permanente"! Lo que quiero decir, y ya lo digo, ya lo digo, partiendo de la convicción de que nadie más nos escucha, ¿verdad?, porque es así, ¿verdad...?

—¡Suéltelo de inmediato, pedazo de eunuco y deje de preocuparse por los que escuchan que para eso están! —(Papi Mocos nunca habría reconocido algo semejante ni lo habría anulado transitoriamente aunque estuviese con las Cuatro Magníficas pasándoselo in extremis: eso era del todo imposible, el Consejero, como cualquier otro, podría aprovechar tales circunstancias para asesinarlo con el uso de sus manos o de algún objeto allí presente... Por otra parte, los que estaban detrás de las paredes eran especialistas y no individuos cualesquiera capaces de pensar.)

"¡Vaya!", se dijo de repente Papi Mocos, "¿Y si ésa es la verdadera razón de la pantomima...?" El Camarada Presidente volvió a acariciar con el dedo el botón rojo, y le hizo una seña perentoria.

—Bien, bien, es que la idea, la sugerencia, es tan revolucionaria que... Verá, siendo que se trata de un simple problema de tiempo, y no de impaciencia; puesto que si no llegamos es por eso... por una cuestión de tiempo... —y arqueó algo más el rictus de la sonrisa, aunque con cautela, porque notaba que el camarada Papi Mocos no se había hecho eco de la sutileza y estaba a punto de volver a estallar, quizá definitivamente—, mi propuesta es que utilicemos los logros previstos e indudablemente garantizados del Plan Energético. Que los utilicemos... ya mismo, ahora mismo, que los tomemos prestado... que lo tomemos del futuro para usarlos en beneficio del Plan de Desarrollo. Bien, ya está.

—¡Dígame una cosa, sólo una: ¿es usted un payaso?! ¿Se propuso divertirme pensando que le permitiría dejar el ministerio para ocupar una plaza de actor en el Teatro Nacional?

—¡Todos nuestros planes se cumplen y todos nuestros planes se cumplirán! —exclamó William Trujillos como impulsado por un resorte ideológico o patriótico, aunque viéndolo necesario para evitar que el dedo del Líder presionara el botoncito—. ¡El ENPLAN se cumplirá! ¡Se cumplirá sin duda alguna! Se cumplirá antes de tiempo por así decirlo, bueno, en realidad "a tiempo", y mediante la palanca dialéctica que ya tenemos al alcance de la mano se podrá comenzar ya mismo a usufructuar!

Papi Mocos ahogó lo que fuera que le estaba viniendo a los labios: ¿Se habría vuelto loco ese William Trujillos? Una idea luminosa le vino a la cabeza: loco o no, bien podría ser lo más adecuado. Hubo un silencio. Trujillos observó con satisfacción que el Líder del País se había puesto a pensar. Él no sabía que se le estaba ocurriendo un Párrafo e incluso un Informe más adecuado para explicar la causa de la caída en picado de todas las producciones, la agrícola y la industrial, a saber, que "La debilidad ideológica del Consejero Energético William Trujillos causó retrasos en la ejecución del Plan...", ya se sabe. "Por lo que millares de obreros leales han dado la vida con hijos y nietos..."

Pero el Consejero aprovechó mientras el otro soñaba y se apresuró a ser más explícito (como si de repente hubiera comprendido, por fin, que ya no quedaba margen para que asomaran los guardias o los enfermeros del psiquiátrico más cercano).

—Vera... ya verá que mi idea es... salvadora y revolucionaria. Verá... sin duda habrá que darle la prioridad al Plan de Apoyo Puente, como me he permitido rebautizarlo, perdón, quise decir, renombrarlo. Porque se trata en realidad de un viejo Plan que dormía... arrinconado por culpa del ex camarada traidor Igor...

—¡No quiero ni que lo nombre; ese malnacido!

—Pues eso, camarada Presidente; de eso se trata. Era un Plan desarrollado por mi cuñado —El Egócrata se adelantó un poco y abrió los ojos como platos porque le parecía que ahora sí comenzaba a comprenderlo todo: esto ya era terreno conocido, o sí; sólo se trataba de un favor... "Ese idiota..."—, que fue boicoteado por... por el traidor. Y mi cuñado tenía la Gran Solución al alcance de sus manos.

Papi Mocos parecía mostrar ahora cierta condescendencia y una creciente curiosidad:

—Siga.

—Se trataba de un antiguo proyecto de la fábrica *** (su número es secreto y no puede figurar en ningún sitio) al que le bastaría un empujoncito para dar resultados altamente prácticos. Digamos, unos meses de comida y alojamiento para siete ingenieros más mi cuñado... Así, sólo morirán... bueno, algunos más, pero en breve todo volvería a ponerse a tono, tendremos más tractores en el campo, podremos intercambiar energía sobrante por alimentos con los pocos países especuladores que quedan y que no dudarán en negociar, podremos...

—¡Basta, suéltelo ya: a ver con qué maravilla piensa resolverlo todo!

El Consejero continuó después de un pequeño respiro. El párpado bailaba ya desaforado:

—El Plan de la Energía debió alcanzarse por fuerza en el futuro; de más está decirlo. Por ello, puedo afirmar y afirmo, que podremos valernos de sus prometedores resultados para impulsar el Plan Global. Sólo hace falta una cosa... —se acercó un poco más de lo permitido y susurró—: ¡Viajar a través del tiempo, viajar hacia el futuro, y traernos la energía que se producirá para aquí, para ahora, para ya mismo! ¡No se negarán a colaborar con sus predecesores!

—¿La máquina del tiempo? —susurró Papi Mocos imitándolo involuntariamente, por las dudas.

—La máquina del tiempo del Profesor Humberto Merlino, director de la fábrica *** (shh, ahora más que nunca, hay que mantener el número en secreto.)

—¿Humberto Merlino? ¿Él es su famoso cuñado? —dijo Papi Mocos mientras pensaba en la cantidad de cosas que se podrían subsanar con esa... máquina.

—Si le parece bien, lo podríamos llamar APUPLAN, Plan de Apoyo Puente. Será la palanca que nos permitirá aprovechar el cumplimiento del ENPLAN antes de tiempo, ¡antes de tiempo, Camarada Presidente...! ¡Será increíble, será un milagr..., perdón, el triunfo de nuestros principios sobre la realidad de la que nuestros enemigos esperan que salgamos sin clase dominante, sin proletariado, sin futuro!

El Consejero se había exaltado, consiguiendo que el Egócrata lo pudiera soportar. Su patriotismo era sano, así como esa reiterada pretensión que tenían todos sus subordinados de querer colocar en buena posición a todos sus familiares. Bueno, pensó, quizás no estuviese loco.

—¡Bah, de acuerdo, camarada: adelante, vayamos al futuro!

Al camarada William Trujillos la ceja derecha se le quedó paralizada un segundo en posición expectante para de inmediato relajarse. El tic del párpado desapareció. El Plan de Apoyo del camarada William Trujillos tenía carta blanca; la sugerencia acababa de ser refrendada por el Líder Supremo de la Patria. ¡Qué gran honor, ay, cuánta felicidad y... qué respiro! Podría salir de inmediato a sacar a su cuñado de la cárcel y celebrarlo esa misma noche con la hermana, que tanto había insistido en que se animara de una buena vez y se lo propusiera al "Mocos ése" mientras insistía en mantenerse firme, algo que William ya no podía soportar más tiempo ni por temor al botoncito rojo.


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Meses más tarde, de la fábrica secreta *** (cuyo número jamás llegué a conocer, lo juro), salía, convenientemente camuflado, el vehículo en el cual viajarían al futuro, dos años hacia adelante en el tiempo. Para esa fecha estaba garantizada (en la correspondiente previsión documentada) la conclusión exitosa del Plan Energético Alternativo. La tripularía el propio Camarada Profesor Humberto Merlino y llevaría consigo al Camarada Consejero William Trujillos y a otras altas personalidades de la Nación, incluidos el Secretario General del Sindicato de Obreros del Tiempo y Afines, constituido el mismo día en que se reabrió la fábrica (se trataba de un trámite que se ponía en marcha de manera automática) y cada vez más poderoso, y el equivalente del Sindicato de Obreros de la Energía Alternativa, "histórico" aunque todavía no se sabía si del pasado o también del futuro, así como una cuadrilla de técnicos especializados en ambas materias y otra de obreros conscientes y de elevado patriotismo asimilados a algún departamento no identificado del Estado y que, debido seguramente a esas cosa del pueblo en armas, llevaban sendas pistolas en sus cartucheras, un par de esposas y una cadena que parecía cosa de una vieja moda. Partirían en el más absoluto secreto desde una vieja refinería de petróleo situada a las afueras de la ciudad que hacía tiempo que era inoperante.

Dos años después, en el futuro, la Personalidad Principal, el mismísimo Camarada Papi Mocos, que como era de esperar lo seguía siendo por los siglos de los..., ejem, por muchos años, presidía en persona el recibimiento del pueblo uniformado. La vanguardia consciente del pueblo agitaba banderitas con los colores patrios al compás de la música marcial que ejecutaba la Banda del Pueblo: todos al unísono para aquí, todos al unísono para allá. Era evidente el progreso, era indiscutible que no se habían equivocado. Los visitantes lo podían ver a través de las ventanillas, mientras la foto fija de la recepción se materializaba y se ponía de repente en movimiento, con los soldados, los obreros sindicados y los campesinos coligados agitándose con sonrisas saludables, llenas de la energía alternativa que se esperaba del pueblo y del futuro. A su vez, los anfitriones pudieron contemplar la materialización progresiva de la esperada máquina en medio de la Plaza del Gran Plan Triunfante, rebautizada de ese modo para la ocasión, como se había planificado en realidad hacía dos años.


Ilustración: Valeria Uccelli

La compuerta se abrió en medio de atronadores vivas, y los viajeros se asomaron con expectación, como turistas recién llegados a un lugar lleno de historia del que les habían estado hablando durante el trayecto (ninguno de ellos, salvo William Trujillos, había estado fuera de la Patria como les parecía estar ahora y ondas de respeto, miedo y precaución se sucedieron en sus revueltas vísceras.)

De inmediato, los encargados de representar al presente avanzaron hacia los visitantes. Entretanto, Papi Mocos comentaba entre moqueos al oído del general que, un tanto adormilado por los años, se situaba a su derecha:

—Llevo dos años preguntándome, snif, cómo habrían de reaccionar al vernos, nuevamente, snif... —y por fin, volviendo al frente la cabeza, soltó un estornudo como los de hacía un par de años sobre los micrófonos que tenía delante.

El interpelado sonrió complaciente, e interpretando libremente las palabras de su jefe repuso haciendo un saludo militar.

—Todos están rigurosamente vigilados por nuestros mejores hombres.

Entretanto, los dos grupos ya se habían encontrado. En el centro de la plaza, el camarada William Trujillos abrazaba a William Trujillos, es decir, a sí mismo salvo que entre uno y el otro existía una diferencia poco perceptible de dos años de edad, y el Profesor Humberto Merlino a Humberto Merlino, al igual que cada uno de los demás viajeros del tiempo a su otro yo del futuro. Porque la máquina era la del tiempo y ésos eran los equipos que habían viajado para que se cumpliera el Plan. Los anfitriones recordaron la vez en que ellos mismos llegaron al futuro y fueron recibidos con gran pompa y alegría, la vez que ellos estaban ahí delante, abrazándolos, felicitándolos, reviviendo eso mismo con risas y sonrisas y conocimiento previo. Demostraron comprensión y agradecimiento, del mismo modo que "los otros", los del futuro, hicieron con ellos aquel día, cuando "ellos" fueron recibidos. Les facilitaron las cosas, conocedores de la turbación inicial de los visitantes, dado que era la misma que ellos habían experimentado. Y resultó que a algunos les pareció que las cosas les volvían a suceder o que les estaban sucediendo por primera vez después de haberlo soñado. Se confundieron un poco y por un momento se pusieron a abrazar al otro yo del pasado como si se tratase del otro yo del futuro, y a preguntar si todo seguía igual por ahí, y si los niños ya iban a la escuela o si la mujer se había marchado con el que ya sabes... y otros asuntos por el estilo que no todos los visitantes comprendieron de sí mismos y de los demás. Así, algunos se enteraron de detalles que desconocían pero que iban a suceder y de otros que habían olvidado y que podían ser relevantes para lo que les estaba sucediendo. Eso provocó atisbos de alegría y atisbos de tristeza, atisbos de rabia e impotencia y atisbos de reflexión introspectiva, e hizo nacer instintos asesinos que incluso perduraron en el tiempo y que sólo podrían realizarse en un futuro todavía incierto pero previsible. Muchos sintieron ser un par de payasos y se avergonzaron por partida doble. Pero eso fue, es y será secundario, porque lo importante era el Plan y ellos estaban o habían estado ahí sólo para que se cumpliera. Al recordarlo, como al son de unas trompetas, todos recuperaron la compostura y todos se volvieron para saludar al Líder y Primer Camarada, que los observaba con curiosidad y suspicacia desde el palco.

Entonces, el responsable del ceremonial de bienvenida hizo un ademán y dijo:

—Por aquí, camaradas —y los pasajeros fueron conducidos hasta el edificio gris donde se celebraría la reunión, en una sala normalmente dispuesta para acontecimientos de ese estilo, edificio y sala que seguían siendo los mismos según pudo observar William Trujillos, tranquilizándose en cierto modo al volver a sentirse como en casa. Entretanto, el desfile comenzaba a entretener al pueblo que volvía a sentir que el futuro sería de todos, algún día, algún día.

Los viajeros evitaron exteriorizar todo sentimiento, y sobre todo el de contrariedad por la ausencia del Camarada Presidente, de quien habían esperado una calurosa felicitación, alguna condecoración, un poco de futuro en el presente o, mejor dicho, en el pasado; en fin... También evitaron hacer comentarios sobre la pérdida del secreto que en su tiempo había rodeado al proyecto, como estaban acostumbrados: ahora todo se había hecho público y objeto de propaganda oficial, pero ellos prefirieron mantener la disciplina. Para ellos, eso les pareció una cierta muestra de confianza, pero como se trataba de la confianza de Papi Mocos, se cuidaron muy bien de expresar su opinión. Además, sus homólogos y homónimos seguían ocupando allí altos cargos y parecían seguir siendo responsables de elevadas misiones, por lo cual lo mejor sería secundarlos so peligro de estropear el propio futuro y ayudarlos en todo caso, como querían, a continuar haciendo carrera, algo que evidentemente habían sabido hacer.

—Sin duda y en primer lugar, habrá que instalar el energoducto de este lado del tiempo —se aventuró a señalar Humberto Merlino, convencido de que concitaría la admiración general al exponer tareas inmediatas y prácticas.

El Profesor del futuro, por el contrario, dejó escapar una risita maligna que se extendió de inmediato entre los demás del grupo.

—¿He dicho algo gracioso? —replicó con aspereza el otro, que no comprendía esa reacción, a fin de cuentas propia (siempre había sido cascarrabias e irascible, despectivo y prepotente, y nunca se había dado cuenta de ello como ahora). Por suerte, los compañeros de su tiempo parecían mostrarse solidarios con él. Bueno, en su mayoría, porque más de uno vacilaba.

—Oh, perdona camarada, o hermano, u otro yo, yo mismo no sé cómo me gustaría llamarme; es que me ha hecho gracia mi propia presunción de hace dos años que ya había olvidado. Además, por las dudas, creo que hago bien en hacer lo que mi futuro hizo aquella vez conmigo: burlarse de mi pretensión de decirle al futuro lo que debe o lo que no debe hacer, sobre todo cuando... je, je, je... ya está hecho.

Un objetivo imperceptible apuntó en ese instante al Profesor del futuro y lo inmortalizó con el número 78999638/1234/ST, es decir, asignándole el código de asunto ST —sospechoso de traición—, mientras la frase quedaba registrada: "insensato decirle al futuro lo que debe o lo que no debe hacer, sobre todo cuando, je, je, je, ya está hecho". Al mismo tiempo, un miembro empotrado de los Servicios de Seguridad se dijo del otro lado del muro: "¡Una frase impecable, sí señor! Esto le va a gustar mucho al Mocoso", y dijo esto porque ya todos le estaban cambiando el nombre debido a que la alergia, como todo, también había progresado.

Entretanto, los miembros del pasado se reafirmaban en la conveniencia de callar. En cualquier caso, se dijeron, el futuro tendría siempre la última palabra; de esto no se enteró la policía porque el casco telepático no estaba ni siquiera en proyecto por aquellos tiempos; eso sí, se esbozaría en la mente del profesor Humberto Merlino justamente durante su enjuiciamiento como una de las cosas que de existir habría servido para demostrar su inocencia. Al fin y al cabo, una vez de regreso a su tiempo, ya procurarían aprovechar la información recibida y determinar el futuro tal y como entendían que ellos mismos que debían hacer. Al fin y al cabo, lo que ellos harían sería irreversible, dijeron para sus adentros llenos de satisfacción y de codicia. ¡Ja, el futuro debería contar con ello... y ellos sí que lo habrían de tener en cuenta! Unas olas encontradas de convicción e incertidumbre unieron de improviso a unos y a otros e impulsados por los nervios y la confusión, todos se pusieron de pie para exclamar al unísono:

—¡Viva, viva el Gran Plan! ¡Viva, viva, viva la Revolución! ¡Larga vida a nuestro Líder y Guía Indiscutible!

El encuentro no podía quedar mejor finalizado, además, era evidente que estaba todo dicho y todo en marcha. Pero cuando los dos grupos se mezclaban para salir de la sala, el William Trujillos del futuro no pudo contenerse y aprovechó para ponerse (nunca mejor dicho) a su lado, es decir, junto al Consejero William Trujillos del pasado, a quien, tomándolo discretamente del brazo hasta arrimarlo contra sí (clic), le preguntó:

—¿Contento, verdad?

El otro, sorprendido, creyó oportuno sonsacarle más datos que sin duda aprovecharía a la vuelta, aunque más no fuese para hacer un informe más suculento y sorprendente para su Jefe Bienamado y concitar su beneplácito. Así que en lugar de perder el tiempo con tonterías, le preguntó directamente:

—¿Cuándo comenzará a circular el fluido?

—Aquella vez, recuerdo, nos hicieron falta dos días (clic), y como el futuro lo sabía, abrió el grifo 48 horas después de nuestra partida (clic, clic).

—¡Magnífico! Eso nos dará un margen suficiente. Mañana, la máquina estará en el sitio acordado (clic), en el lugar desde el cual, dentro de dos años, o sea ahora, obtendremos nuestra propia energía... Día más día menos (clic y, por fin, comienzo de la grabación), vosotros ya estaréis a punto de prescindir del futuro, ¿verdad? Con el ENALTPLAN en marcha...

—¡Oh, no; aún no! —le susurró al oído apartándolo al mismo tiempo de los demás—. Hemos calculado que hará falta un año como mínimo para alcanzar el punto de equilibrio a los consumos actuales... Lo lamentable es que sólo nos queden diez meses... (clic, clic, clic, clic, clic).

—¿?

—Me lo dijo mi otro yo cuando me encontré con él aquí hace un par de años. A él se lo había dicho su futuro, o sea yo. No estaba muy seguro, según creo recordar... Ahora, el que no está seguro soy yo. Es posible que esto se remonte hasta el infinito: yo, aquí, ante mí, diciéndolo y escuchándolo sin saber cuándo y cómo empezó todo. En fin, es un dato que te servirá para apuntalar nuestra carrera. Fíjate en mí: Consejero y Miembro Permanente de la Gran Mesa Planificada.

—Muy bien, muy bien, pero explícame mejor eso de que sólo quedan diez meses.

El William Trujillos del futuro bajó la voz al máximo mientras empujaba al otro a abandonar la sala como los demás. Parecían dos amigos saliendo de una fiesta de noctámbulos diciéndose incongruencias de borrachos al oído, uno a imagen y semejanza del otro.

—Dentro de diez meses recibiremos la última gota del futuro (tras la pared alguien subió la potencia del grabador y otro volvió a hacer clic casi por redundancia). Diez meses nuestros a contar desde ahora, lo que corresponde, tomando en cuenta el bisiesto que hay en medio y otras particularidades del espacio y del tiempo que ya han contemplado nuestros astrónomos y Humberto Merlino (aquí sí hubo un clic indispensable) gracias a mis informes (y aquí otro), el 18 de septiembre del año que viene a las cuatro de la tarde en punto (y aquí otro más, por supuesto). Desde tu tiempo, dos años y diez meses. Ese día se interrumpirá el suministro, repentina y unilateralmente (clic, clic).

—¿Cómo?! —Hubo un silencio—. ¿Y por qué?

—Lo ignoramos.

—Habréis intentado averiguarlo, supongo...

—¡Por descontado! —volvió a sumergirse en el cuello de su otro yo—: Tú mismo aconsejarás el envío de una expedición exploradora (clic). Recomendarás que salga cuanto antes hacia la fecha calculada. Yo lo hice y tú tendrás que hacer lo mismo en cuanto vuelvas. No pude permitir que mi proyecto naufragase. —Respiró hondo debido a la dificultad que le producía hablar tan bajo y continuó—: Ahora ya son tres las expediciones enviadas (clic, clic, clic) y el resultado sigue siendo nulo (clic, clic, clic, clic). Sé que no se te ocurrirá otra cosa, pero...

—¿Qué quieres decir con "nulo"?

—No han regresado (clic).

William Trujillos, el del pasado, permaneció unos instantes pensativo.

—¡La contrarevolución! —exclamó sin poder contenerse, aunque dentro de la mano enguantada del otro, que ya estaba preparado para esa reacción.

—Lo mismo que yo pensé y dije hace exactamente dos años, cuando me conté lo que yo acabo de contarme ahora.

Llegaban al final del pasillo que daba a la calle. William Trujillos, el del futuro, se atrevió a decir en voz alta:

—Me hace gracia oírte decir lo que ya había dicho aquella vez y oírme decir lo que aquella vez había escuchado que me decía.

—¡Basta! ¡No es momento para trabalenguas!

—Sí, mejor será que dejemos de hablarnos...

Humberto Merlino del futuro se acercó a la pareja (clic) al escuchar el tono de su pariente del pasado:

—¡¿Eh?! —lo interpeló—. ¡Conque usando de nuevo el mismo tono arrogante!

—¡Oh, a ti también te pasará lo mismo! —continuó descontrolándose de nuevo el William Trujillos del futuro refiriéndose a su cuñado Humberto Merlino fuese este el del futuro o el del pasado; parecía haber caído de repente en una auténtica borrachera—. Recordarás lo que te digo y...

William Trujillos del pasado no pudo resistir más tiempo lo que parecía el monólogo de un loco ante un espejo y sin percatarse de que caía en una trampa del futuro, dijo:

—Apenas llegue sugeriré que se prepare una expedición a ese 18 de Brumario... —(Todavía estaba de moda hacer referencia a los viejos y sagrados textos a pesar de todo lo que había pasado)—. Habrá que hacer un auténtico esfuerzo revolucionario.

—¿De qué estáis hablando, camaradas? —intervino otra vez el mismo Humberto Merlino.

La pareja había sido rodeada por los miembros de las dos comisiones y nadie parecía comprender nada. Humberto Merlino del futuro fruncía el ceño. Humberto Merlino del pasado abría la boca. Por las dudas, Humberto Merlino del futuro hizo una "imperceptible" seña de precaución a su homólogo otro yo, pero éste, dándoselas de listo ante sí mismo hizo un gesto de suficiencia mientras susurraba: "Hace tiempo que me preocupa mi cuñado" (clic).

William Trujillos del futuro a todo esto se había despejado pero permanecía atónito, vacilando entre dejarse mal parado en la persona del pasado o hundirse personalmente del todo en el presente. Nunca se había sentido tan estúpido y tan falto de ideas. Era como si el espíritu de supervivencia burocrática lo hubiese abandonado de repente o le hubiesen arrancado el alm... mejor dicho, la conciencia proletaria. Por el contrario, el William Trujillos del pasado se sentía poseedor de toda la fuerza revolucionaria del universo; giró en redondo y se dirigió a la Historia mientras lo hacía:

—¡Basta de vacilaciones! ¡Gracias a ellas triunfa el enemigo! Ahora me explico por qué os venció la contrarrevolución en el futuro...

—¡Vencerá! —corrigió instintivamente William Trujillos del futuro, quien se había hecho cada vez más propenso a ser estricto en el uso del lenguaje. (Un clic tardío se escuchó detrás de la pared en medio del silencio inmensurable que se había producido a ambos lados del muro).

—¡¿Qué estás diciendo, animal?! —le gritó a la cara su otro yo del pasado, escandalizado y escandalizándose al reconocer aquel ruidito, que ahora, en el silencio de tumba en el que los demás habían caído, todos habían escuchado, y que anunciaba a las claras el peligro mortal de una carrera acabada—. ¡Tú no, tú no puedes ser mi futuro, tú debes ser un impostor, un...!

—No seas imbécil, sólo he dicho que debiste decir "vencerá" en lugar de "venció". Ya sabes que cuando se habla hay que usar el tiempo adecuado del verbo.

—¡Oh, claro, claro! ¿Qué otra cosa habría querido decir yo? —se apresuró a añadir el del pasado estudiando de reojo las caras de unos y otros en busca de reacciones—. ¡Por supuesto, por supuesto, camarada, perdona, perdóname...! De todos modos y se diga como se diga, la haremos retroceder. ¡El futuro será nuestro o no será nada!

Y al escuchar eso, todos los del pasado irrumpieron con un "¡Viva!", y todos los del futuro los secundaron para, de inmediato, sin perder un segundo más, alzar en andas a los del pasado y conducirlos hasta la máquina en la que habían venido, donde rápidamente (para usar las palabras más adecuadas) los metieron. El camarada William Trujillos, ex Consejero del futuro, ya no participaba de estos sucesos, había sido empujado imperceptiblemente a un lado por no se sabe qué manos y detenido por miembros oficiales del Servicio de Seguridad del Estado.

—¡Poco le ha faltado para revelar nuestra cuarta expedición! —le dijeron mientras se lo llevaban por un pasillo situado detrás de las paredes.

—Pero si fue una reflexión conmigo mismo... Una reflexión en voz alta —se excusó.

—¡Se lo ha contado al pasado! ¿Y si entre ellos se encontraban los traidores? ¿Y si alguno está en contacto con la contrarrevolución que nos ataca? Nuestra teoría se confirma ahora con su propia acción. Usted es el traidor y lo seguirá siendo. Es una pena que no podamos advertírselo al pasado, pero las órdenes son terminantes: máximo secreto en especial entre las épocas, los años, los días y las horas. Tendrán que esperar a que nosotros estemos aquí otra vez para descubrirlo todo. —El policía guiñó un ojo al colega—. Vamos —continuó, empujando a William Trujillos—. Dentro de un rato tendrá compañía; su cuñado Humberto Merlino también se ha desenmascarado. Él era el ideólogo del futuro y usted el agitador del pasado. Debería felicitarnos: hemos cerrado el caso. Como suele suceder, era de familia.

William Trujillos calló y bajó la cabeza; ya no sabía si pensar como antes, como ahora, como después o como nunca. De cualquier modo, iba a entrar en el mundo sin tiempo del olvido.


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Cincuenta y ocho meses después del primer viaje, en el futuro del futuro y a escasos minutos de las cuatro de la tarde del día dieciocho de septiembre para el cual estaba pronosticado el fatídico acontecimiento, Papi Mocos seguía sin comprender nada de nada, por lo que apenas si estornudaba, como si se encontrase estreñido. La contrarrevolución que habían estado combatiendo sin resultado aparente seguía en las sombras. Nunca se había visto algo igual, con tan extrema clandestinidad. En esto, había que sacarse el sombrero (¿clic? ¿A Mocoso?) ¿Se llevaría a cabo en el curso de los escasos minutos que faltaban? Si así iba a ser, estaban preparados para resistir hasta el final. No obstante, de acabar vencidos, la respuesta ya había sido prevista: el futuro que les arrebatarían no sería jamás de los traidores. Pronto llegarían las máquinas del tiempo que ellos mismos habían enviado, pronto descubriría, aunque más no fuera antes de morir o de ser capturado, por qué nunca habían regresado, cómo habían sido aniquiladas o capturadas y por quiénes.

Restaban tan sólo unos segundos. ¡Segundos! No era fácil aceptar que en tan escaso lapso pudiera acontecer algo tan mayúsculo y tan celosamente evitado durante años y años. ¿Quién habría sido capaz de preparar un golpe tan perfecto y sin el conocimiento de la policía? El Egócrata estudió una vez más, con recelo irreprimible, a los viejos camaradas y a los militares del alto mando, especialmente al subjefe de la policía; el jefe acababa de ser sumariamente ejecutado y ya no había tiempo para nuevos nombramientos. Estaban todos allí, con él, en la atalaya que había hecho construir junto a la terminal temporal del energoducto. Todos permanecían expectantes, todos aparentemente inseguros e impotentes. ¿Quién sería el cerebro de la traición? ¿Se encontraría allí mismo en ese instante? ¿O vendría de "fuera"? En el mundo exterior no quedaba un solo disidente en libertad, hasta los más ridículos e insignificantes agitadores potenciales habían sido eliminados del juego. Ya no estaban en ese mundo ni el antiguo Consejero William Trujillos ni su cuñado Humberto Merlino, esos peligrosos manipuladores contrarrevolucionarios del tiempo. Todo había sido puesto en manos de la policía. ¡Hum, la policía! En fin, pronto se resolvería el enigma. En el último momento, Papi Mocos se volvió hacia el ventanal; los demás nada verían, tenían prohibido moverse y a cada uno le apuntaba un hombre de la vieja guardia. Desde ese sitio privilegiado Él dominaba toda la explanada. La rodeaban las tropas más selectas en lo técnico así como en lo ideológico; la fuerza de choque de la vanguardia: hombro con hombro y espalda contra espalda, formando dos círculos alrededor de la máquina dentro de la que aún se bombeaba energía hacia el pasado, uno de espaldas a la terminal en previsión de un posible ataque exterior, el segundo apuntando hacia el centro porque bien podían ser los propios enviados quienes intentasen la toma del poder; ¡podrían incluso haberlo decidido durante el viaje! Quizá los que venían a bordo de la primera de las naves, la puramente exploradora, de la que jamás se llegó a saber nada... Tal vez alguno de los grupos siguientes, los que partieron a continuación, al no llegar noticias y seguir sin recibir ni una sola gota del futuro, en las dos naves artilladas, dos auténticos portaaviones del tiempo, cada uno con un batallón de veteranos y tanques y cañones y... Por añadidura, una retaguardia adicional había sido prevista para el caso en que todo, todo aquello, fallase: una última máquina, sin hombres, completamente robotizada, a la que nadie podría disuadir o engañar, programada por el propio Papi Mocos (que tuvo que refrescar algunos viejos conocimientos), destinada a materializarse al día siguiente y provista de un único mecanismo de desactivación que llevaba en su laptop, ep... mejor dicho, en su minicomputadora; mecanismo que no funcionaría si él no introducía la clave por hallarse muerto o por olvidarla en medio de la tortura y la prisión contrarrevolucionaria que podrían seguir a la derrota (y con sólo un minuto de tolerancia, por las dudas, para que esos miserables no tuvieran ni siquiera tiempo de amarrarlo a una silla.)

Sin duda todo había sido perfectamente estudiado para disuadir o vencer a la contra, e incluso para que nadie volviese a intentar algo semejante en el futuro. Sin duda, era un Plan de Planes; el Plan de un Grande y Único Revolucionario que figuraría por siempre en los Anales de la Historia.

De repente, en esos segundos que quedaban hasta la hora prevista por los cálculos, y mientras contemplaba la implacable quietud que se desplegaba tras la ventana y contenía un estornudo con esfuerzo, Papi Mocos experimentó la sensación de que se desdoblaba, convirtiéndose él mismo en el verdadero traidor que se volvía hacia todos sus leales proponiéndoles interrumpir sin más las relaciones con el pasado, acusando a ese pasado, por qué no, de contrarrevolucionario, ordenando, por qué no, cortarle lisa y llanamente el suministro al pasado. Sitiarlo y vencerlo definitivamente incluso. Aunque también le quedaba la posibilidad de llegar a un acuerdo "honorable" con los... "otros". O chantajearlos. "¡Después de todo, la Revolución soy Yo!", alcanzó a recordar mientras lo cegaba un extraño destello que se encendió puntualmente como la cabeza de una minúscula y potente cerilla en el inicio de una fulminante mecha instantánea.


Pero se trataba de un Plan Revolucionario y como tal habría de cumplirse inexorablemente, por encima de los hombres y de sus debilidades. Así, las tres máquinas se presentaron juntas, en el mismo sitio y en el mismo tiempo, en el sitio y a la hora exacta en que el suministro de energía sería interrumpido por los contrarrevolucionarios. Y porque todo había sido calculado con precisión extrema, porque La Revolución y Su Excelsa Razón no podían permitirse que hubiese lugar alguno para el error, las tres máquinas llegaron al unísono desde distintos tiempos del pasado y se encontraron ocupando el mismo espacio-tiempo del presente, desintegrándose en el acto con la consiguiente devastación atómica. También se cumplió la segunda fase y la cuarta máquina se presentó tal y como estaba previsto, al minuto siguiente, completando cabalmente el cumplimiento del DEFENPLAN, como había sido registrado. Llevaba en su interior una bomba de hidrógeno para acabar sin contemplaciones con la restauración triunfante y con cualquier intento de torturar al Líder Bienamado. Ahí residía precisamente la perfección del Plan. El control remoto y el laptop del Autócrata y su mano y su cerebro donde se guardaba la clave ya no estaban ahí. La encarnación viva de la Revolución había desaparecido. Un minuto exactamente después del primer estallido, el Plan alcanzaba el éxito absoluto en medio de un torbellino de subpartículas contrarrevolucionarias.



Carlos Suchowolski (1948) es argentino y vive en España desde 1976. Publicó un par de relatos en Argentina, por uno de los cuales, Pupilaje, obtuvo el tercer premio del concurso del diario Mendoza de 1968, en el que fue jurado Marco Denevi. Escribió dos obras de teatro infantil que integraron el espectáculo de guiñol Ratulinivich, que tuvo unas 350 representaciones en Madrid y otras provincias durante los años 1978-1979. Publicó cuentos en revistas como URIBE, SINERGIA y ARTIFEX, así como en las webs Microrelatos y Fantasiek (en flamenco). Resultó finalista del concurso internacional de cuentos de la editorial Ultramar de 1988 con El pico en su sitio... (Comer con el pico y batir las alas hasta que haya máquinas en el cielo es su título actual) que se publicó en la antología "La fragua y otros inventos" de la mencionada editorial. Tiene en cartera una novela y un libro de cuentos (Nueve tiempos del futuro), uno de los cuales, Viaje de vuelta, publicado en Artifex 9, ha sido seleccionado para la antología "Fabricantes de sueños 2004" de la AEFCFT que reúne "los mejores cuentos publicados en España durante el año anterior". Se dedica a la venta de equipos digitales de impresión y de cine, es asistente habitual de la Tertulia de Madrid desde hace un año. Sigue escribiendo cuentos, microcuentos y una nueva novela.

Hemos publicado en Axxón: VIAJE DE VUELTA (136), LA NIEBLA (149), SI UNA MALA JUGADA DEL TIEMPO (153), COMER CON EL PICO Y BATIR LAS ALAS HASTA QUE HAYA MÁQUINAS EN EL CIELO (175)


Este cuento se vincula temáticamente con HOTEL IMPERIAL, de E. Verónica Figueirido (182, DREAMTHEATRE, de Néstor Darío Figueras (185), CONVIDADOS DEL FUTURO, de José Altamirano (169), CRÓNICA DE UN VIAJE INÚTIL, de Mariano Carril (169) y NO MIRES HACIA ATRÁS, de Guillermo Galli (188)


Axxón 192 - diciembre de 2008
Cuento de autor latinoamericano (Cuento: Ciencia Ficción : Realidad alternativa : Humor : Viaje en el tiempo : Argentina : Argentino).