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APOCALIPSIS
Su influencia en la Sociedad y la Ciencia Ficción Británica

por Martin Griffiths y Mark Brake

 

Introducción

La idea de la destrucción global ha prevalecido a lo largo de la Historia de la humanidad. ¿Dónde se originó y cómo afecta hoy esta visión a nuestra cultura? ¿Tienen alguna relevancia en nuestra sociedad moderna tales inclinaciones apocalípticas? ¿Cuáles son las opiniones de los eclesiásticos en este asunto, y cómo la influencia de la catástrofe y el holocausto por medios seculares o naturales motivaron al campo de la literatura dentro del siglo XX? En este ensayo discutiremos estos términos y examinaremos su relación a través del comentario social de la ciencia ficción, centrándonos en la contribución de los autores británicos desde 1945.


"El fin del mundo no me preocupa; puedo vivir sin él."

Ralph Waldo Emerson.


El término Apocalipsis, tomado del griego, es definido literalmente como "manifestación, desvelamiento, revelación", pero se ha convertido en sinónimo de ideas que describen el fin del mundo o de la civilización. Esta palabra, tan ampliamente usada hoy por la gente, estuvo en un principio restringida a las visiones escatológicas y a movimientos occidentales que centraron sus crípticas revelaciones alrededor de una súbita, dramática y cataclísmica intervención de Dios en la Historia, el enjuiciamiento de todos los hombres, la salvación de los creyentes elegidos, y la eventual regencia del elegido junto con Dios en un renovado Paraíso en la Tierra. El Apocalipsis occidental tiene su origen en el prototipo elaborado por la tradición judeo-cristiana y contenido en los Libros de Daniel y las Revelaciones de Juan. El libro de Daniel es el único libro apocalíptico admitido por el canon del Antiguo Testamento, así como el Libro de la Revelación es el único en el canon del Nuevo Testamento. Hay muchas narraciones apocalípticas, no canónicas, de autores judíos y cristianos, entre ellas los tres libros de Enoch, el Segundo Libro de Esdras, la Ascensión de Isaías y el Apocalipsis de Pedro (Robertson: 1985).

Todas estas composiciones fueron escritas durante el primer florecimiento del "milenarismo", incluido el libro de la Revelación, que debe mucho su forma y estilo a Daniel según eruditos como Ferdinand Hitzig y H. F. Talbot. Seguramente, el libro de Daniel puede haber sido visto como un importante tratado, a partir de la reacción de un líder mundial. El testimonio del historiador judío Josefo afirma que las profecías de Daniel le fueron reveladas a Alejandro Magno cuando entró en Jerusalén en 332 a. C. Josefo dice acerca de este suceso:


Cuando el libro de Daniel le fue mostrado, en el que se declaraba que un griego destruiría el imperio persa, él se consideró a sí mismo como el griego señalado.

(Flavio Josefo — Antigüedades Judías, XI, 337, [viii,5])


La Historia relata la reacción de Alejandro, quien otorgó grandes favores a los judíos, presuntamente a causa de lo que Daniel dijo acerca de él en la profecía. Puede ser una de las primeras anécdotas de una fábula apocalíptica que tiene incidencia directa sobre cultura y sociedad.

Este libro del Antiguo Testamento, entonces, perdura en la sucesión de profetas judíos, con la subsiguiente influencia sobre la clase dirigente del temprano cristianismo. De acuerdo con la Enciclopedia Británica estos mensajes muy posiblemente han sido modificados por el pensamiento religioso iraní, tales como los conceptos zoroastrianos del Juicio Final, la batalla entre el Bien y el Mal involucrando ambos a hombres y ángeles, y un castigo de fuego para los malvados.

Con tal criterio desfavorable afectando a la intelectualidad de esos tiempos, no es sorprendente que la adversidad y la opresión, tanto secular como ecuménica, hayan sido siempre buenas para la fe y que a lo largo de toda la Historia la desgracia esté siempre presente. Sin embargo, no es la única aflicción: periodos de materialismo y expansión, colonialismo y épocas de decadencia, gozan también de un sugestivo final apocalíptico. Fuentes históricas (Británica:1997) citan a Eustache Deschamps1 en el siglo catorce, lamentándose por la degeneración de sus tiempos, proclamando que cada año sería peor que el anterior, pero él fue antecedido por una numerosa compañía de decadentes auto-diseñados y denunciadores del declive desde épocas inmemoriales, que continúan hasta el presente. En nuestros tiempos modernos seguimos encontrando pronosticadores que advierten sobre el fin del mundo y proclaman varias posibilidades de cómo se llevará a cabo dicho final.

¿Cómo ha afectado el pensamiento apocalíptico a la sociedad y a nuestra herencia cultural? ¿Qué es este sentimiento y dónde se originó? ¿Por qué la ciencia ficción utilizó imágenes apocalípticas y qué efecto ha tenido esta literatura sobre nuestra avanzada sociedad y sus líderes?


El atractivo del Apocalipsis — Ideas religiosas y literarias

Lo central en la tradición de desastre de corte apocalíptico son los relatos de vastos cambios globales o biosféricos que afectan drásticamente la vida humana. Los cuentos de inundaciones universales son al menos tan antiguos como La Epopeya de Gilgamesh (c. 2000 a.C.), poema épico babilónico de los primeros tiempos de la escritura; otros motivos tales como plagas, incendios y hambrunas encuentran una obvia fuente en la Biblia. La destrucción de Jerusalén por los babilonios en el siglo VI a. C fue vista como la ira de Dios sobre una ingrata e idólatra nación, y este motivo de la condenación continúa en un sentido más amplio en el canon bíblico, en particular en la Revelación de San Juan (también conocida como el Apocalipsis). Visiones del fin del mundo y temas relacionados pueden también hallarse (de acuerdo con Enciclopedia Británica, 1997) en otros escritos sagrados como el Corán, los Cuatro Vedas (Rigveda, Yajurveda, Samaveda, Atharvaveda); textos hindúes como el Brahmana, Upanishad, Purana; Bhagavad Gita; Sruti, Smriti, Shastra, Sutra, Tantra, Granth; escrituras sagradas budistas tales como el Pitaka, Tripitaka, Nikaya, Dhammapada; escrituras sagradas iraníes y zoroastrinas: Avesta, Zend-Avesta y el Libro de los Muertos egipcio. Estos textos encuentran su paralelo en escrituras relativamente recientes como el Libro del Mormón compilado por Joseph Smith en el siglo XIX. Es claro que las historias apocalípticas poseen aceptación universal, aunque las causas de la persistencia de ese encanto, aún en sociedades que carecen de una marcada tendencia religiosa, son posiblemente más psicológicas que espirituales. ¿Por qué debe ser esto así?

Las historias de catástrofes y visiones apocalípticas pueden tener un atractivo debido a que representan todo aquello a lo que más tememos, y al mismo tiempo, tal vez, que secretamente deseamos: un mundo deshabitado, con sólo "dignos" construyendo una nueva vida en él; un escape de las restricciones de una sociedad industrial altamente organizada, la oportunidad de probar nuestras aptitudes como sobrevivientes. Quizá porque representan un castigo, después de una continua súplica, administrado desde afuera para la hibris del Hombre tecnológico, en un mundo al que sólo unos pocos pueden entender, controlar o enfrentase. George R. Stewart2, autor de Earth Abides 3, una de las más grandes narraciones post-apocalípticas de ciencia ficción, hace meditar a su personaje principal acerca de la situación de la siguiente manera:


Tal vez había demasiada gente, demasiados libros, demasiadas formas de pensar. Tal vez los surcos del pensamiento habían calado muy profundo y el resabio del pasado yacía pesadamente alrededor de nosotros como un montón de desperdicios y ropa vieja. ¿Por qué el filósofo no debería dar la bienvenida a la aniquilación de todo eso, a un nuevo comienzo, y a hombres jugando el juego con reglas renovadas? Quizá habría más ganancia que pérdida...

(Stewart, 1949:256)


Como pudimos determinar en párrafos anteriores, incluso una breve reseña de esos artículos indica que tales relatos han sido por demás populares en numerosas culturas a lo largo de la Historia. La ideología de las historias de desastres funciona en contra de las actitudes optimistas y de expansionismo de los países capitalistas y de estilo económico occidental, pero persiste, no obstante, debido a una continua corriente subterránea de escasa antigüedad y creencias contraculturales en adhesión a la teología judeo-cristiana de la que nuestra sociedad está imbuida. Por añadidura, celebradas obras de ciencia ficción se han concentrado sobre tales visiones y penetrado en gran parte de la cultura.

Históricamente, un terremoto, una enfermedad, un cometa u otra calamidad o signo natural han señalado el fin, cada tantos años. Por increíble que parezca esto ha ocurrido durante milenios, y sin embargo, cada uno es siempre tratado de un modo apocalíptico por sus víctimas, a pesar de que tal hecho tiene usualmente sólo efectos locales. La superstición del fin de los días está vivita y coleando y ensombreciéndonos dentro del siglo veintiuno. Por centurias, los resultados de los escatologistas han tenido probados errores, pero una visión general de la naturaleza del pensamiento apocalíptico y supersticioso sugiere la inquietante tendencia de que esas profecías han tenido extrema preponderancia sobre los asuntos de la humanidad; no es que alguna de ellas pueda ser ratificadas algún día, pero demasiadas tienen un demostrado ascendiente —destructivo, constructivo, inspirando y consolando—, hasta tal punto que es irracional para los historiadores descartarlas o, peor, ignorarlas. Cuando uno lee una muestra de los mencionados escritos, es extraño darse cuenta de que, delimitando las diferencias en lenguajes y estilos, son casi comparables con lo que se lee en los periódicos recientes: ¡ambos están llenos de guerras, terremotos, plagas, enfermedades, hambres, crimen y miedo!

Una de las fuentes más comunes de tales obras en nuestra cultura es, por supuesto, la Biblia. Algunas de las sagradas escrituras, tal como el capítulo 24 de Mateo, 21 de Lucas y 13 de Marcos, junto con otros, señalan con precisión el tiempo en el que todos nosotros vivimos como "los últimos días". Esto, de acuerdo con los estudiosos de la Biblia, indica que la era se está acercando hacia el inminente y prometido Apocalipsis. Por ejemplo, un pasaje bíblico se expresa en ese sentido:


Deberás enfrentar el hecho de que el final de este mundo sea una época de tiempos turbulentos. Los hombres no amarán otra cosa que el dinero y a sí mismos; se volverán arrogantes, vanidosos y abusivos; sin respeto por sus padres, ni gratitud ni piedad, ni cariño natural; serán... ajenos a toda bondad... cargados de egotismo. Serán hombres que pondrán el placer en el lugar de Dios, hombres que preservarán la apariencia externa de la religión pero renegando de su realidad.

(2Timoteo 3:1-5, Nueva Biblia Inglesa)


¿Qué es este fin de los tiempos? ¿Por qué este pasaje de la Biblia, escrito casi dos mil años atrás parece acertar en un retrato del orden social y la situación del mundo de hoy? El libro bíblico de la Revelación da a conocer que ese Armageddon —palabra tomada del idioma hebreo, que significa "Montaña de Meggido" (un lugar en Israel donde a menudo tuvieron lugar decisivas batallas)—, es efectivamente, una guerra que perturba a la humanidad, pero según cabe suponer, traída desde fuera por Dios, desembarazando al mundo de la maldad de la raza humana y proclamando un nuevo orden mundial donde sólo los elegidos vivirán. ¿Hay algo, entre los escritos apocalípticos de la Biblia que merezca ser tomado con seriedad?


Apocalipsis nuclear y ambiental — La moderna preocupación religiosa


En Revelación 11:18 se dice:


"Pero las naciones se tornaron violentas, y tu cólera vino, y el tiempo señalado para los muertos, de ser juzgados, y (el) de otorgar recompensa a tus esclavos, los profetas, y a los santos y a todos aquellos que temen tu nombre, al pequeño y al grande, y de traer la ruina a los que arruinan la tierra."

(Nueva Traducción Universal de las Sagradas Escrituras)


Jamás, en toda la Historia, exceptuando el siglo XX, el poder de arruinar la tierra estuvo disponible para nuestra especie, y ese poder se está manifestando de varias maneras, entre ellas la amenaza de la destrucción nuclear, y la devastación de la ecología global por la codicia y la industrialización del hombre. Ambos escenarios son característicos en muchos artículos apocalípticos, incluida la ciencia ficción, como analizaremos.

"EL" dilema apocalíptico que ha obsesionado a la generación nuclear desde que EE.UU. detonó la primera bomba atómica en el desierto de Nuevo México, cincuenta y cinco años atrás, es éste: ¿cómo puede el hombre luchar con el genio de la energía nuclear una vez que éste ha sido liberado? Después de la primera explosión, el presidente Harry Truman dijo que el control de la bomba era "el problema número uno del mundo", y agregó, con confianza que "en su momento llegaremos a alguna solución inteligente". Cualquier análisis de la historia del pasado siglo XX concluirá que Truman era por demás optimista. De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA), hay más de 340 reactores de investigación y 475 plantas nucleares en operación o bajo construcción en un total de 46 naciones. Estos reactores no sólo proveen de energía sino también de la materia prima para armas nucleares. El vicedirector de la agencia, Hans Grumm, manifestó recientemente: "Cualquier nación determinada a ello puede hoy producir la bomba" (Time, Enero de 1985). Durante el principio de los ochentas, el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, estuvo muy preocupado por el destino de la humanidad, haciendo referencias constantes al "Armageddon", que desde su punto de vista era una guerra nuclear apocalíptica desatada por las superpotencias. Hasta tal grado esta idea influyó en él que lo condujo a intentar y prevenir la destrucción nuclear de América a través de su insistencia en la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), o "guerra de las galaxias", una iniciativa que finalmente puso al mundo más cerca de un armageddon nuclear que en cualquier otro momento desde la crisis de los Misiles Cubanos. El concepto de destrucción total a partir de esta fuente laica fue titular de las noticias y movilizó a varias facciones interesadas, a actuar.


Esta misma era vio la concentración de esfuerzos por parte de grupos humanitarios tales como Greenpeace, Friends of the Earth, y Campaign for Nuclear Disarmament, para tratar de obstaculizar la espiral descendente hacia un Apocalipsis de designio humano. Varios paladines tuvieron credenciales religiosas, y enfatizaron la conexión entre las escrituras apocalípticas y el fin del mundo por la conflagración nuclear o el desastre ecológico. Capitalizando sobre esta interrelación, el autor Jonathan Schell4 escribió uno de los libros socialmente más influyentes de fines del siglo XX, The Fate of the Earth 5.

Schell gastó casi cinco años metido en un curso intensivo de lectura sobre varios aspectos de la guerra nuclear que incluían entrevistas con programadores políticos y políticos. Para abreviar y sintetizar los pasos a seguir que lograrían la experiencia en el asunto "Armageddon", adicionalmente obtuvo resultado de un amplio rango de fuentes: teóricos que se especializan en esta rama moderna de la escatología, físicos que explican cómo funciona la bomba; militares que glosan cómo podría ser utilizado su poder; y doctores y otros científicos que especulan con lo que les podría pasar a las poblaciones humanas si explotara. Schell concluye que una vez que una guerra nuclear se desate, es probable que no haya manera de contenerla o limitarla, mucho menos ganarla. La dinámica de la involuntaria e irreversible escalada destruiría rápidamente todos los buenos planes de los juegos de guerra y las "doctrinas" de los líderes políticos, así como destruiría casi todo lo demás; no toda la civilización, pero sí muchos de los ecosistemas, reservando solamente ciertas reducidas formaciones de flora y fauna peculiarmente habilitadas para sobrevivir en un medio ambiente radiactivo. Por lo tanto tituló la primera sección de las tres partes del libro: "A Republic of Insects and Grass" (Schell, 1984).

Este libro atrajo la atención de muchos líderes mundiales, y específicamente de expertos en escatología como el Papa. Juan Pablo II estaba en extremo interesado por esta moderna visión escatológica e hizo un profundo estudio de todo el asunto, vinculando en sus discursos muchas referencias a la conexión entre el Apocalipsis bíblico y el Armageddon nuclear. Su interés en esta cuestión lo condujo a escribir una renombrada nota periodística en la que reveló con qué seriedad estas ideas habían sido tomadas dentro de los más altos puestos de la Iglesia Católica.

Averting Armageddon es el título que dos reporteros le dieron a su libro, en 1984, sobre las políticas papales. Gordon Thomas y Max Morgan-Witts6 informaron sobre el papado durante más de diecisiete años. De acuerdo con estos periodistas, los líderes de la iglesia están especialmente preocupados por la destrucción global debido a las acciones del hombre más que por la sugerencia bíblica de la intervención selectiva de Dios en los asuntos del hombre que el Apocalipsis predice. Así, Averting Armageddon 7 dice:


"Entre esos compromisos, no hay un signo exterior que muestre un intento de quitar las tablas al Apocalipsis que ellos detectan... Pero detrás de esa rutina hay una tensión que es un asunto directamente pospuesto desde el Sínodo Internacional de Obispos. En él se concluyeron las deliberaciones con una nota repleta de condenas, deplorando 'la belicosa agresividad, la violencia y el terrorismo, la acumulación de arsenales de armas convencionales y especialmente nucleares, y el escandaloso tráfico de todo tipo de armas de guerra'.

(Thomas y Morgan-Witts, 1984:117)


Thomas y Morgan-Witts reportan que en los estantes del estudio del Papa hay trabajos como International Defense Review, The Problems of Military Readiness, y Surprise Attack: Lessons for Defense Planning. Ellos agregan:


Cerca de las encíclicas están los libros que se ocupan de un asunto que ahora fascina al Papa: la escatología, el estudio de las enseñanzas bíblicas que arguyen que Dios instaurará Su Reino en la Tierra a través de una serie de sucesos para cerrar una era. Juan Pablo cree con fervor... que, posiblemente antes del fin de siglo, algo decisivo puede arrasar el mundo. ¿Podría ser una peste, una segunda Muerte Negra? ¿O una sequía o hambruna en una escala inimaginable? ¿O una guerra nuclear? Él teme con más frecuencia a esta última; tal vez, ha tenido el conocimiento para pensar que ha sido la cabeza de la Iglesia durante la que podría ser la década final del mundo antes de que sea permanentemente arruinado por un holocausto nuclear.

(Thomas y Morgan-Witts, 1984:18)


Han pasado dieciséis años desde que este libro fue escrito, y las relaciones entre las superpotencias fueron afectadas por importantes cambios. Aunque estos cambios pueden tener relevancia en las visiones escatológicas del Papa, la amenaza de la catástrofe nuclear no se ha alejado, meramente ha adquirido un aspecto diferente. Los regímenes menos estables, ahora toman posición por uno u otro en el entrechocar de espadas nucleares entre Pakistán e India, y el progreso de un compromiso clandestino de fuerzas nucleares a las órdenes de Saddam Hussein y otros grupos fundamentalistas islámicos. Quizá el Apocalipsis en la figura de una ofensiva nuclear es la amenaza que no murió con el siglo XX.

La guerra nuclear, sin embargo, no es el único peligro. La tecnología nuclear y sus aplicaciones han entrado bajo las luces de la superstición apocalíptica. En abril de 1986, los técnicos de la Planta de Energía Nuclear de Forsmark, a 60 millas al norte de Estocolmo, avisaron de indicadores preocupantes cubriendo las pantallas de sus computadoras. Esas señales revelaron niveles anormalmente elevados de radiación, un seguro signo de serios problemas. Al principio sospechando dificultades en sus reactores, los ingenieros revisaron con desesperación en busca de una fuga. Cuando no hallaron nada, alinearon a algunos de los seiscientos trabajadores de la planta y los testearon con un contador Geiger. Esta vez las señales fueron aún más alarmantes: la ropa de los trabajadores despedía radiación por sobre los niveles de contaminación. Afuera, los monitores de los contadores Geiger recogieron las lecturas del suelo y la vegetación circundante de la planta. El resultado mostró una radiación de cuatro a cinco veces superior a las emisiones normales. Algo, obviamente estaba mal, pero no dentro de la planta sueca. En unos días la palabra Chernobyl entró en el habla habitual como el símbolo del caos generado por el hombre y de destrucción ecológica que muchos tomaron como un signo de la inminencia del Apocalipsis bíblico.

Es el concepto de daño ecológico generado por un accidente y sus efectos a largo plazo sobre la Tierra es lo que más aterra a los científicos ambientales. Viviendo bajo la amenaza de destrucción nuclear, la pérdida de control sobre la tecnología que conduce a una polución extensa y una destrucción de la exosfera, seguramente ha tenido un efecto sobre la humanidad y sus ideas e ideologías dominantes. Incluso los líderes eclesiásticos de diversos credos están virando la dirección hacia el más reciente flagelo: la catástrofe ambiental. Ignorando la eterna súplica de los libros sagrados y pseudo-científicos que se ocupan del apocalipsis, tanto sea divino, nuclear o ecológico, es interesante hacer notar que este ideal ha ganado un creciente apoyo en la ficción laica, y especialmente en un aspecto de la ficción del siglo XX, la ciencia ficción.

¿Cómo usan los autores de ciencia ficción estos miedos en beneficio de su literatura, y cuánta de ella suministra advertencias para una nueva generación alejada de la corriente principal de las religiones?


El Apocalipsis y su influencia en la ciencia ficción


El concepto del holocausto y la catástrofe ha tenido un efecto tal sobre el subconsciente del género humano que las convenciones asociadas a ella pudieron hallar su rumbo dentro de las novelas de entretenimiento popular. Esto nunca fue más evidente que cuando examinamos la ambientación del género de ciencia ficción, una clase de historia que interroga al lector con una serie de preguntas 'What if' (¿Qué pasaría si...?), y que en ocasiones requiere de la suspensión de la credibilidad a fin de que el contexto de la novela pueda explorar diferentes relaciones a partir de un punto de vista humano futurista. La escritora y crítica Joanna Russ ha dicho esto acerca del género:


La ciencia ficción es una literatura que intenta asimilar imaginativamente el conocimiento científico acerca de la realidad y el método científico, distinguiendo entre los meros cambios prácticos que la ciencia ha generado en nuestras vidas.

(Russ, 1995:18)


En conclusión, la ciencia ficción ha sido usada como un método para imaginar la relación entre tecnología, ciencia y sociedad, estas dos últimas como fuentes inspiradoras que guían la dirección del desarrollo científico; y como una forma de popularizar y diseminar ideas científicas. Como crítico de ciencia ficción, Mark Rose expresó:


En vez de pensar a la ciencia ficción como una cosa, una especie de objeto que debe ser descrito, es tal vez más útil pensarla como una tradición, un desarrollo complejo de temas, actitudes y estrategias formales, que, tomadas todas juntas, constituyen un sistema general de expectativas.

(Rose, 1981:4)


Expectativas de que constituyan un género es una cosa, ¿pero conforma la ciencia ficción el conjunto de nuestras expectativas acerca de —o representaciones sobre— nuestros miedos apocalípticos?

En este punto es interesante advertir que uno de los temas a los que con más frecuencia se recurre en ciencia ficción es el del Apocalipsis y el de la destrucción humana de varias maneras. Ocasionalmente, ciertos trabajos de ciencia ficción pueden involucrar una forma de crítica social —algunos de los cuales analizaremos a continuación— permitiendo que un gran número de lectores populares examinen un difícil problema social desde una perspectiva ficcional, aunque informada. No obstante, la mayoría de las narraciones del "fin del mundo" son ambivalentes. Los escritores a menudo se deleitan gustosos en la contemplación de la destrucción de todo aquello que odian, para entonces llevar a sus lectores a un viaje imaginativo a través de una especie de Utopía... si quedó algo utópico después del paso del cataclismo. Sin embargo, el apocalipsis y las secuelas del holocausto continúan siendo uno de los temas más populares en ciencia ficción, lo que con certeza revela las profundidades sicológicas a las que nuestros motivos culturales están anclados en una era de disturbios sociales y políticos.

Algunos de los más tempranos ejemplos de ciencia ficción apocalíptica fueron escritos en el cenit del Imperio Británico, cuando, como Deschamps sugirió, una época de decadencia y materialismo dirigía los miedos de estancamiento y ruina inminente, a pesar de que ninguno invocaba una intervención apocalíptica sobrenatural per se. "The Star" (1897) de H.G. Wells8 y "The Purple Cloud"9 (1901) de M.P. Shiel son dos cuentos cortos de cataclismos. En el primero una estrella fugaz colisiona con la Tierra, y en el segundo un misterioso gas mata a todos salvo a dos personas, unos nuevos Adán y Eva. En The Poison Belt 10 (1913), Arthur Conan Doyle11 también presenta un gas, pero en este caso su emanación no es fatal. Después de la Primera Guerra Mundial, el tema del desastre se volvió más común. En Nordenholt's Million (1923) J.J. Connington retrata el caos social que sigue a un daño agrícola causado por la mutación de una bacteria fijadora de nitrógeno. S. Fowler Wright12 en Deluge (1928) y en Dawn (1929) reseña el aniquilamiento de la civilización por terremotos e inundaciones y los subsecuentes intentos de construir una nueva sociedad. Tanto John Collier en Tom's A-Cold (1933) como Alun Lewellyn en The Strange Invaders (1934) tratan, con eficacia, la supervivencia en un mundo post-holocausto. En The Hopkins Manuscript (1939), R.C. Sheriff describe la colisión de la Luna con la Tierra. Es una sátira de la complacencia del Reino Unido por la inminencia de la Segunda Guerra Mundial (Clute & Nicholls, 2000).

Junto con las distopías y la Space Opera 13, las visiones apocalípticas constituyen una de las tres principales tradiciones de la fantasía futurista del siglo XX. Visiones inspiradas por la imaginación religiosa regresan de vuelta a la antigüedad, pero la influencia de la fantasía científica no se puede palpar por sí misma en la literatura hasta finales del siglo XIX, y el tema del-fin-del-mundo entonces mezcló cientificismo y preocupaciones sociales aunque manteniendo muchas de sus alusiones religiosas.


CF, Apocalipsis y Crítica Social en la CF británica de posguerra

Mucha de la ciencia ficción de la edad dorada de las décadas de 1940 y 1950, apuntaba hacia una época ilustrada donde la humanidad no sólo había superado los problemas sociales y políticos, sino que también había conquistado las estrellas. No obstante, eventos cercanos a casa condujeron a un revisión del género durante la década siguiente, y ello dejó claro, en retrospectiva, que los disturbios sociales, políticos y civiles de ese decenio aseguraron a la ciencia ficción un tono sombrío manifestado en trabajos que reflejaban las preocupaciones de su tiempo. A muchas de estas novelas podemos clasificarlas como de "Holocausto y Catástrofe", ya que sus tramas no apuntaban a algún futuro utópico, después de todo, y varias tomaron, activamente, la idea del Apocalipsis en un sentido religioso y ecológico como tema fundamental. Estas novelas proporcionaron una generosa base cultural para escudriñar lo que la nuestra raza le estuvo haciendo al planeta, convirtiendo a sus libros en un comentario social y una crítica de la sociedad mundial de ese entonces.

De hecho, muchos escritores de ciencia ficción vieron al género como un instrumento para desempeñar un servicio social, usándolo de intermediario para advertir a los ciudadanos acerca de los peligros inherentes al pensamiento de línea conformista, o iluminando los riesgos que le aguardan a la humanidad si persiste en un cierto curso político, moral o social. En 1957, el escritor de ciencia ficción Cyril Kornbluth, dijo esto acerca del papel de la ciencia ficción en la sociedad:


"La ciencia ficción debe ser una efectiva literatura de crítica social, pero con demasiada frecuencia se sumerge en la evasión".


A lo que otro escritor de ciencia ficción, Frederick Pohl replicó, defendiendo la naturaleza crítica del género:


"La novela de ciencia ficción, genéricamente hablando, es crítica social en una forma que ninguna otra categoría de novelas lo será".

(Seed, 1999:82)


En su reducida antología de relatos con temas ambientales, John Stadler subraya el papel de la ciencia ficción en la propagación de valores, la difusión de temas ecológicos y el bosquejo de una noción de procesos y daños inflingidos a nuestro ambiente a través de las proposiciones que ella maneja. En su prefacio nos reta a cada uno a leer ciencia ficción de un modo que estimule serios pensamientos acerca de las advertencias ecológicas, y que nos permita actuar individualmente para superarlas. Declara:

"Las catástrofes ecológicas parecen comenzar dentro de pequeñas, simples y controlables acciones. El tema de este libro es que las soluciones, al igual que los problemas, pueden tener su origen en pequeños y simples actos de hombres individuales".

(Stadler, 1971:3)


Hombres y mujeres por separado han usado la ciencia ficción para atraer la atención del común de los hombres hacia estos problemas. ¿Por qué podemos adscribir este papel a la ciencia ficción en vez de a otros géneros literarios? ¿Podemos singularizarla como una herramienta crítica en manos de consumados escritores? Tal vez una mirada a algunos ejemplos de trabajos de ciencia ficción británica nos posibilite establecer que el género es un efectivo tipo de crítica social.


Después de la Segunda Guerra Mundial hubo un resurgir, en constante crecimiento, del tema de desastre. The Day of the Triffids14 (1951) de John Wyndham15 es un brillante relato de un mundo que experimenta un colapso social, en el que todos, salvo algunos, han estado ciegos y cada uno es amenazado por monstruosas plantas venenosas. Su The Kraken Wakes16 (1953) es también una exitosa mezcla de motivos de invasión y catástrofe: una colonia marina de extraterrestres derrite los casquetes polares de la Tierra y causa la inundación del mundo civilizado. El triunfo de estos tópicos inspiró a muchos emuladores. El más distinguido fue John Christopher, cuya novela The Death of Grass 17(1956) es un excelente estudio del implacable colapso de los valores civilizados cuando un virus mata todos los cultivos. Es también una prevención en contra de interferir en la naturaleza, ya que la cepa viral diseñada por el hombre para destruir el virus original llega a ser más virulenta que la primera. Del mismo autor son otros trabajos de gran calidad: The World in Winter (1962) y A Wrinkle in the Skin (1965): uno tiene que ver con una nueva Edad de Hielo, el otro presenta destructivos terremotos. Muchos otros novelistas británicos han tratado similares catástrofes; e.g., J.T. Mcintosh en One in Three Hundred (1954), John Boland en White August (1955), Charles Eric Maine en The Tide Went Out, Edmund Cooper en All Fools' Day (1966), D.F. Jones en Don't Pick the Flowers (1971) y Kit Pedler18junto con Gerry Davis19en Mutant 59: The Plastic Eaters (1972). Keith Robert con The Furies, D.G. Compton20con The Silent Multitude (1966) y Richard Cowper en The Twilight of Briareus (1974) combinan desastre e invasión a la manera de Wyndham. The Inferno21 (1973) de Fred y Geoffrey Hoyle22 trafica con los intentos de la humanidad para sobrevivir a la devastación de la radicación cósmica (Clute & Nicholls, 2000; Nicholls, 1981)

Clute y Nicholls (2000) hacen una excelente referencia a las temáticas ecológicas cubiertas por autores británicos que tuvieron el mayor impacto sobre los lectores de ciencia ficción. The Sheep Look Up23 (1960) y Stand on Zanzibar24 (1961) de John Brunner25 son obras que relatan los desastrosos abusos que sufren los recursos de nuestro planeta y los efectos de la polución y la superpoblación sobre la sociedad, respectivamente. TSLU es un magnífico estudio que detalla la degeneración de Estados Unidos debido a la contaminación del suelo, reflejando las preocupaciones con respecto al sobrecultivo que obliga al desarrollo de "dust-bowls" en muchos estados del Medio Oeste durante la época de depresión. SOZ es un monumental libro que desglosa el estallido de la histeria y las drogas tranquilizantes en una cultura humana al borde del colapso motivado por el crecimiento de la población y la ineptitud política. Un prominente autor británico que ideó relatos basados en hecatombes ecológicas es J.G. Ballard26, quien examinó sus consecuencias, algunas de las cuales estarán para siempre más allá del control del hombre, en novelas tales como The Wind from Nowhere27 (1962), o The Drowned World28 (1962) donde el Sol enloquece derritiendo las capas de hielo polar e inundando las áreas costeras; o en The Burning World (1964) en la que los contaminantes industriales impiden el ciclo del agua provocando una extrema sequía. The Crystal World (1966) es una brillante narración que trabaja con la destrucción de la selva lluviosa aparejada a una plaga que cae sobre la humanidad. Lo cierto es que Ballard se acerca a sus temas con una única visión, argumentando con causales casi darwinianos para la aceptación y adaptación al nuevo ambiente que confrontamos. Todas estas ideas fueron cuestiones de amplio debate social y político durante la década de 1960 y 1970, lo que llevó al resurgir de una nueva ola de grupos religiosos apocalípticos y a un "evadirse" de la imperiosa y represiva sociedad que era responsable de todas estas enfermedades mundanas, por grupos que todavía llamamos "hippies".

Considerando la abundancia de novelas apocalípticas en la ciencia ficción británica desde 1945, ¿es posible señalar al mayor contribuyente que haya identificado y discutido la cuestión, propagando estos tópicos dentro del ancho dominio público, generando discusión y conciencia ecológica a través del móvil crítico de la ciencia ficción?


Brain Aldiss29 - Apocalipsis Ecológico Identificado

La ciencia ficción, como pudimos averiguar a partir de este breve examen, se ha desempeñado en gran medida como la introductora de la causa apocalíptica en la conciencia del público, como así también ha sido influenciada por estos factores sociales. De acuerdo con Clute y Nicholls (2000), "la intensificación de la conciencia ecológica ayudó a prestarle una nueva sutileza y sofisticación a la historia de desastre, que hizo eclosionar una original subespecie que se ocupa con delicada estética de cambios corrosivos en las relaciones fisiológicas y psicológicas de la humanidad con el medio ambiente". Uno de los primeros en encomiar estas advertencias ecológicas, tal vez incluso el modelador de ellas dentro de la ciencia ficción británica, ha sido Brian Aldiss, cuyas novelas, especialmente durante la "Nueva Ola30" de la década de 1960, han conservado y examinado consistentemente los fundamentos y concepciones ecológicos como una corriente subterránea que sustenta la trama. Los escritos de Aldiss ilustran sus principales preocupaciones temáticas, a saber el "conflicto entre fecundidad y entropía, entre la rica variedad de la vida y el silencio de la muerte".

Aldiss no es sólo un escritor popular; es un cruzado. Desea traer la causa del "gran-arte" a la ciencia ficción, generando por esta razón un respeto por el género fuera del campo de la literatura, facilitando contenido y contexto para un serio entretenimiento con una intención de expansión mental más allá de ese limitado dominio. Para lograr esto dispone de gran parte de los lejanos sobrantes de la ciencia ficción tradicional, como viajes espaciales FTL31 y Percepción Extrasensorial, temas que honraron muchas áreas del género. Él considera que estas áreas son "refugios para mentes cansadas que orillan la muerte" (Aldiss, 1975:203). Alexei y Cory Panshin refieren este estímulo literario cuando citan el discurso de presentación de Aldiss para el John W. Campbell Memorial Award32:


"Hasta que la ciencia ficción permita ser la conciencia de la corrupción y la caída de status del hombre, en la que los más grandes escritores del mundo han vivido, hasta entonces ella permanecerá como literatura de guardería, como largamente lo ha sido, incluso, en las mejores revistas de ciencia ficción".

(Panshin, 1976:88)


Con este fin, Aldiss se fijó a sí mismo un estrecho campo pero que le ha sido en extremo fructífero, iluminando zonas de preocupación y extrapolando estas ansiedades en un plausible futuro cercano. Confiesa en Hell's Cartographers (1975) la deuda que tiene con la causa social como pago en homenaje al siglo en que nació, un siglo de cambios aparentemente apocalípticos, que tuvo influencia en sus escritos y que le otorgó un punto de vista en general pesimista revocado por tenues hilos de luz y esperanza en los capítulos finales de muchas de sus novelas, como Non-Stop33 y Greybeard34. Su histórico trabajo Billion Year Spree y su actualización Trillion Year Spree son intentos adicionales de poner a la CF en un contexto literario que ligara al género con sus raíces eruditas de la literatura gótica tal como el Frankenstein de Mary W. Shelley, y los trabajos de Poe y Walpole en las postrimerías del siglo XVIII y principios del XIX. A despecho de sus detractores (Panshin, 1976), la propuesta de Aldiss es un valiente ensayo de instituir a la ciencia ficción en el papel de un clásico moderno. Al igual que las novelas clásicas de los siglos XVIII y XIX fueron comentarios sobre la ética social de su época, Aldiss impuso una conciencia sobre la ciencia ficción, una que lleva más lejos los serios temas sociales porque el género está basado en ideologías que exploran las consecuencias del "¿Qué pasaría si...?". En un mundo de creciente sofisticación científica, sus trabajos tienden en parte un puente sobre la grieta abierta entre comprensión pública y percepción científica, especialmente en el campo de los problemas ecológicos.

El conocimiento de Brian Aldiss de la ecología, reflejado en sus escritos, tuvo su génesis a finales de 1950 con una serie de historias que ahora son recogidas bajo la rúbrica de Planetary Ecological Survey Team (PEST), y que fueran publicadas en la revista de ciencia ficción británica New Worlds entre 1958 y 1962. Esos cuentos cortos fueron interpolaciones de tópicos ecológicos y taxonomías de mundos alienígenas en un tradicional molde de ciencia ficción que marcan la escena para la llegada de novelas que se encargarán de asuntos ambientales. Una de las más espectaculares de ellas es la excelente Greybeard (1964), escrita en un tiempo de constante atención mediática a la Campaña de Desarme Nuclear y la extensa preocupación sobre el estroncio 90 en los niños como resultado de pruebas nucleares atmosféricas. La novela dirige brillantemente esas preocupaciones por medio de la proyección a un mundo lleno de gente anciana producto de la esterilidad humana efecto de un experimento nuclear en la estratosfera. La trama detalla la incesante fragilidad de la humanidad y en "flashback" examina la desintegración de la sociedad mientras se observa que el hombre no tiene futuro sin los niños. La comunidad octogenaria de la novela se hunde en el separatismo, la pseudo-ciencia y el idealismo casi religioso. Al final llega a ser obvio que los niños comienzan a nacer de nuevo —el gen común humano se reafirma por sí mismo, pero las criaturas son resguardadas del mundo de los adultos, alejadas de los temores y odios— y rechazan el antiguo orden establecido a favor de un mundo con sus términos; ciertamente un motivo del que se hizo eco y continuó la generación hippie.

Esta refinada novela fue secundada casi de inmediato por otro hálito vital dentro de las preocupaciones ambientales públicas. Earthworks35 (1965) examinaba el insidioso papel de la contaminación química que conduce al completo agotamiento del suelo. Este tema creció a partir de que los logros de los fertilizantes orgánicos comenzaron a ser reemplazados por nuevos métodos "científicos" de cultivo, dando por resultado la expansión de la fertilización química que envenenó las cosechas y el agua y no restituyó nutrientes esenciales al suelo para que continuara su bienestar. La sociedad más tarde despertó a los dañinos efectos de tales métodos de cultivo, y el resurgir de la agricultura y los cultivos "orgánicos" a fines de los años setenta y en la década de 1980 es la evidencia de esta preocupación. Es concebible que la ciencia ficción de Aldiss haya jugado un papel en la comunicación de estos peligros a la audiencia pública.

Tal vez el triunfo ecológico más importante de Aldiss provenga del examen de una ecología alienígena a través de la creación del mundo de Helliconia. Helliconia Spring37 (1983) y Helliconia Winter38 (1985), tres exhaustivas historias de indagación ubicadas en un planeta cuyo sol primario se encuentra en una órbita excéntrica alrededor de otra estrella. Este escenario provoca en el planeta dos estaciones cortas y un Gran Año de un largo eón, durante el curso del cual cambios radicales afligen a los habitantes que se asemejan a los humanos. Las culturas nacen en primavera, florecen durante el verano y mueren con el comienzo de la larga época invernal. Un equipo de una futura civilización terráquea observa el espectáculo desde la órbita formulando conclusiones útiles para nuestro moribundo planeta a partir de las experiencias del mundo que examinan. La trilogía es uno de los más atrevidos intentos de crear una ecología planetaria desde el zarpazo a la tradición que fue Dune39 (1965). Con algunos reparos, es también la dirección de las preocupaciones de Ballard y sus motivos darwinianos de aceptación del cambio inevitable. Aldiss parece estar diciendo que no importa lo que nosotros logremos, el mundo seguirá adelante. Si desaparecemos, la Tierra al fin y al cabo sanará por sí misma, pero ¿podemos imaginar un mundo sin humanidad? ¿Puede la humanidad hacer los grandes sacrificios que se necesitan para asegurar su continuidad? ¿Podemos, igual que los heliconianos aceptar nuestro destino como parte de un orden natural de las cosas? La Helliconia de Aldiss es admirablemente diferente del idealismo ecológico/religioso del desértico mundo de Herbert40, y sus temas lo reflejan, como lo han identificado Clute y Nicholls (2000): el ciclo de nacimiento y muerte, fertilidad y entropía nos conducen a todos a la misma conclusión.

La carrera de Aldiss abarca varias décadas de radicales cambios sociales y ambientales. La visión apocalíptica del desastre ecológico es la que ha tenido mayor influencia en uno de los más prolíficos escritores de ciencia ficción de finales del siglo XX. Aunque no es el único escritor británico del género que examinó estos temas, sus trabajos han desempeñado el más importante papel en la difusión de ideales ecológicos, advirtiendo sobre catástrofes sociales y ambientales. Su contribución le ha ganado un merecido lugar en el panteón de la ciencia ficción de Jeremiah41 e hizo de la ciencia ficción británica, a partir de 1945, una de las voces públicas de las consecuencias ecológicas.


Conclusión


Los temas religiosos que extrapolan una sociedad y las tendencias humanas en un escenario futuro por medio de la intervención apocalíptica han sido casi por completo reemplazados por la conciencia ambiental de problemas reales que podrían conducir a la destrucción de todo lo que conocemos por la estupidez humana. De manera ficticia jugamos con tendencias científicas y los resultados ponen en relieve el daño que estamos haciéndole al ambiente y nos alertan del posible peligro si continuamos descendiendo por ese único sendero, ignorando las advertencias de un específico curso de acción. El hecho de que parte de la ciencia ficción esté dedicada a explorar los temas apocalípticos revela la influencia de las escrituras religiosas proféticas y los miedos comunes en un mundo que está soportando armas de destrucción masiva y la entrada en una escalada de caos ecológico. Por medio de los trabajos de los escritores descritos, el género centró la atención en la importancia que le asignamos al tema del fin del mundo en nuestra cultura de todos los días.

Podemos ver a partir de lo antedicho que los significados y aplicaciones del Apocalipsis y el Armagedón están ampliamente difundidos y han tenido un profundo impacto sobre nuestros valores y cultura. El Apocalipsis está incrustado dentro de la conciencia de la humanidad. Si es un residuo de una catástrofe en nuestro pasado evolutivo, o historias de advertencias, que permanecen como ejemplos para que nuestra sociedad no siga los caminos de antiguas ciudades tales como Sodoma y Gomorra, Harrappa y Mohenjodaro, entre otras, es hoy difícil de definir. La ciencia ficción como texto literario y cinematográfico está desempeñando un útil papel en el moldeado de la percepción cultural y popular de los peligros que pueden hacernos frente como comunidad, pero ¿este mensaje apocalíptico y de crítica social que encarna se está tomando en serio, o es simplemente un muy buen entretenimiento?

En el análisis final, el Apocalipsis, y todo lo que comúnmente le está asociado continuará siendo el mayor foco de nuestros miedos sociales y culturales por un largo tiempo. La ciencia ficción británica hace el máximo esfuerzo por examinar, amonestar y censurar tales miedos al mantener esos escenarios en el primer plano de nuestra conciencia colectiva.


Notas:

1 (Vertus, c. 1346-?, c. 1406) Poeta francés. Estudió en Orleans y estuvo al servicio de Carlos V y de Carlos VI. Sus poemas versan sobre temas muy varios (moralidades, anécdotas licenciosas, etc.). Dejó un valioso documento sobre la preceptiva poética de su tiempo (Arte poética, 1392).

2 (1895-1980) luchó en la primera guerra mundial y fue profesor de lengua inglesa en las universidades de California y Michigan. Escribió entre otros libros una biografía del escritor Bret Harte, algunas obras inclasificables que hablan de la geografía, las costumbres y los nombres de los Estados Unidos, y varios ensayos y novelas. (N. del T.)

3 Versión en castellano: La tierra permanece, Minotauro, 2004. Traducción de Gregorio Lemos. (N. del T.)

4 Jonathan Schell es uno de los más destacados defensores de un mundo sin armas nucleares. Es autor de diversos libros que han movilizado a la sociedad en pos de un mundo no violento. En 2004 se le concedió el Nuclear Free Future Solutions Award, la distinción antinuclear más prestigiosa del mundo. Fue escritor de la revista New Yorker de 1967 a 1987 y columnista de las revistas Newsday y The Nation. Es miembro del Instituto The Nation y visitante de honor del Centro Yale para el estudio de la globalización de la Universidad de Yale. (N. del T.)

5 Versión en castellano:

El destino de la tierra, Argos/Vergara, Barcelona, 1982. (N. del T.)

------------------------, Emecé Editores, s/f.

6 Gordon Thomas es autor de cuarenta libros publicados en todo el mundo, algunos de los cuales versan sobre distintos aspectos del mundo del espionaje. Como corresponsal en el extranjero ha cubierto desde la crisis de Suez de 1956 hasta los acontecimientos de la plaza de Tiananmen en 1989. Ha escrito también novelas y guiones, y ha ganado los premios de la Crítica y del Jurado en el Festival de Cine de Montecarlo, el premio Edgar Allan Poe y tres menciones de la Mark Twain Society por su labor periodística.

Max Morgan-Witts es escritor y periodista. Ha merecido el reconocimiento internacional por sus obras de investigación en colaboración con Gordon Thomas. (N. del T.)

7 Versión en castellano:

El año de Armagedón : la política papal y el Armagedón nuclear, Plaza & Janes, 1985. (N. del T.)

8 Herbert George Wells, (n. 21 de septiembre 1866 en Bromley, Kent, Inglaterra; - 13 de agosto 1946 en Londres), fue un escritor inglés, notable novelista y filósofo británico, famoso por sus novelas de ciencia ficción.

9 Versión en castellano:

La nube púrpura, Reino de Redonda, 2005, Traducción de Soledad Silió. (N. del T.)

--------------------Seix Barral, 1986. S/d de traducción.

10 Versión en castellano: El cielo envenenado, Iberia, 1928, Traducción de Augusto Riera.

11 (22 de mayo de 1859 - 7 de julio de 1930). Escritor escocés nacido en Edimburgo. (N. del T.)

12 (1874-1965) nació en Inglaterra. Publicó con el nombre de Sidney Fowler algunas novelas policiales, y dedicó largos años al estudio y traducción de la Divina Comedia. Entre sus primeras obras de ficción especulativa sobresalen: The Island of Captain Sparrow, Deluge, Dawn, Beyond the Rim. (N. del T.)

13 La Space-Opera es fundamentalmente ciencia-ficción de aventuras. No priman en ellas las especulaciones incisivas, ni el rigor científico estricto, lo único que impera en la space-opera es la acción desbordada y en muchas ocasiones como complemento, el humor.

14 Versiones en castellano:

El día de los trífidos, Planeta DeAgostini, Biblioteca de Ciencia Ficción, 2006.

------------------------, Minotauro-Edhasa, 1983. Minotauro Argentina, 1959, 67 y 74. Traducción de José Valdivieso (también existe en versión de bolsillo editada por Minotauro, 2005)

15 John Wyndham Parkes Lucas Beynon Harris, escritor británico, nacido el 10 de julio de 1903 en Knowle y fallecido en 1969. Hijo de un abogado, intentó varias profesiones (desde agricultor hasta tratante de arte o publicista) hasta que comenzó a escribir a finales de los 30, donde sus relatos cortos detectivescos o de ciencia ficción alcanzaron un éxito limitado. Se enroló en el ejército de su Majestad durante la Segunda Guerra Mundial, y participó en el desembarco en Normandía. Este hecho le marcaría tan profundamente que supuso que después de la guerra se decantase por las historias catastróficas y apocalípticas, principalmente de invasiones extraterrestres. Wyndham no gustaba de publicitarse, y es poco lo que se conoce de su vida. (N. del T.)

16 Versiones en castellano:

Kraken Acecha, Edhasa, 1955, 62, 65. Traducción de Manuel Bosch Barret.

17 Versión en castellano:

Muerte de la hierba, Guadarrama, 1976. Traducción de Ángel García Fluixá (N. del T.)

18 Dr Christopher Magnus Howard Pedler (1928 - 27 May 1981) fue médico científico británico, autor de ciencia ficción y escritor de ciencia en general. Normalmente lo hizo bajo el nombre de Kit Pedler.

19 (23 February 1930 - 31 August 1991) fue escritor de televisión británica, major conocido por su contiburción al géneor de ciencia ficción. También escribió par alas telenovelas Coronation Street y United!

20 Nació en Gran Bretaña y vive en EEUU desde 1981. Ha publicado más de 20 novelas de diversos géneros. En diciembre de 2006 la Asociación Americana de Escritores de CF (SFWA) comunicó que le otorga el título de "Autor Emérito" de este año al escritor D.G. Compton. Este galardón pretende homenajear a autores de cf veteranos, que no escriban en la actualidad, y que hayan realizado contribuciones significativas al género.

21 Versión en castellano:

Infierno, Orbis, 1986. Traducción por Eduardo Goligorsky.

----------, Martínez Roca, 1976. Traducción por Eduardo Goligorsky.

22 Sir Fred Hoyle nació en 1915 en Bingley (Yorkshire), Gran Bretaña. Es mundialmente conocido como matemático y astrofísico y ha sido profesor de Matemáticas y Astronomía en la Universidad de Cambridge y miembro del staff de los observatorios de Monte Wilson y Monte Palomar. Es, junto a Arthur C. Clarke, el mayor exponente de la ciencia ficción de tipo «hard» en Europa.

23 Versión en castellano:

El rebaño ciego, Acervo, 1972, 82. Traducción por Domingo Santos.

24 Versión en castellano:

Todos sobre Zanzíbar, Planeta DeAgostini, 2006.

---------------------------, Solaris Ficción, 2003.

---------------------------, Acervo, 1979, 87. Traducción por Jesús Gómez García.

25 Escritor británico de ciencia ficción perteneciente al movimiento llamado Nueva Ola.

26 (18 de noviembre de 1930) es un escritor británico de ciencia ficción. Un gran número de sus escritos describen distopías. Sus primeros cuentos datan de 1956 y en los años 60 se convierte en uno de los autores de referencia de la llamada Nueva Ola de la ciencia ficción inglesa. Su literatura desarrolla la problemática del siglo XX, ya sean las catástrofes medioambentales o el efecto en el hombre de la evolución tecnológica.

27 Versiones en castellano:

El viento de la nada, Diana, 1966. Traducción por Mayo Antonio Sánchez.

Huracán cósmico, Edhasa, 1966. Traducción por Francisco Cazorla Olmos.

28 Versiones en castellano:

El mundo sumergido, Minotauro Argentina, 1966, 71. Traducción por Francisco Abelenda. (Existe versión de bolsillo de 2002)

Mundo sumergido, Vértice, 1964. Traducción por F. Sesén.

29 Brian Wilson Aldiss escritor británico nacido en Norfolk en 1925. Tras su participación en la Segunda Guerra Mundial (como tantos otros británicos), volvió a la vida civil en 1948. Aldiss es uno de los principales representantes de la llamada Nueva Ola de la ciencia ficción británica.

30 La Nueva Ola (New Wave), también conocida por New Thing (en inglés Nueva Cosa), es una corriente literaria dentro de la ciencia ficción surgida durante los 60 y que duró hasta los 70.

La Nueva Ola tiene su origen en la revista británica New Worlds, dirigida por Michael Moorcock desde 1964 hasta 1971. En ella hacen sus pinitos algunos de los autores británicos que luego serían los referentes de este movimiento: Brian W. Aldiss, J. G. Ballard, John Brunner o el propio Michael Moorcock. Más tarde la corriente saltaría el charco para influir poderosamente en jóvenes autores norteamericanos entre los que destacaron Harlan Ellison, Thomas M. Disch o Robert Silverberg.

31 Faster-than-light (Más rápido que la luz)

32 El premio John W. Campbell Memorial (John W. Campbell Memorial Award for Best Science Fiction Novel) es un prestigioso premio literario de ciencia ficción que entrega Worldcon establecido en memoria del influyente editor de la revista Astounding John W. Campbell. No hay que confundirlo con el Premio John W. Campbell al mejor autor novel de ciencia ficción o fantasía que haya realizado al menos una publicación profesional en los dos años anteriores a la posible entrega del premio.

33 Versión en castellano:

La nave estelar, Sudamericana, 1978, 79. Traducción por Edith Zilli.

-------------------, Emecé, 1979. S/d de traducción.

Nave estelar, Edhasa, 1980, 90. Traducción por Edith Zilli.

Viaje al infinito, Edhasa, 1961. Traducción por Juan de Luzón.

34 Versiones en castellano:

Barba gris, Verón, 1972. Traducción por Vicente de Artadi.

-------------, Bruguera, 1977. Traducción por María Teresa Segur Rigalt.

35 Versión en castellano:

Un mundo devastado, Edhasa, 1978, 89. Traducción por César Aira.

36 Versión en castellano:

Heliconia: primavera, Minotauro, 1986. Traducción por Manuel Figueroa y Carlos Peralta.

37 Versión en castellano:

Heliconia: verano, Minotauro, 1990. Traducción por Carlos Peralta.

38 Versión en castellano:

Heliconia: invierno, Minotauro, 1993. Traducción por Andrés Eranhaus.

39 Versión en castellano:

Duna, Acervo, 1978, 82, 89, 91, 95. Traducción por Domingo Santos.

40 Frank Patrick Herbert (8 de octubre, 1920 - 11 de febrero, 1986) conocido escritor estadounidense de ciencia ficción. Nació en Tacoma, Washington. Trabajó en múltiples trabajos como fotógrafo, cámara de televisión, presentador de radio, incluso de pescador de ostras o analista. En 1965 presenta Dune con gran éxito de público y crítica, consigue el premio Hugo y el premio Nebula además del premio Internacional de Fantasía (junto con la novela: El señor de las moscas). Después ampliaría esta novela con otras cinco más hasta su muerte, continuando otros escritores con otros títulos pero con la misma referencia.

Gran parte de su obra refleja su interés por la ecología y la psicología. En sus últimos veinte años y junto con su familia residieron en una "granja biológica", primero cerca de Washington y más tarde en Hawaii, viviendo de forma autosuficiente y en pleno contacto con la naturaleza.

41 Jeremiah es un comic creado por el artista belga Hermann Huppen a finales de los años setenta como un western pos-apocalíptico sobre un tiempo futuro en el que la civilización ha sido destruida por los conflictos raciales y una explosión nuclear. Los escasos supervivientes se organizan en pequeñas poblaciones, a menudo dominadas por dictadores sin escrúpulos, que intentan reconstruir una sociedad que ha quedado reducida tecnológicamente a la Edad Media.



Referencias

Aldiss, Brian & Harrison, Harry- Hells Cartographers, Futura Publications, London, 1975.

Clute, John & Nicholls, Peter- The Encyclopedia of Science Fiction, Focus Multimedia CD ROM 2000.

Flavius Josephus- Antiquities of the Jews, Bible Society, London, 1897.

Gibson, David- Time Magazine 40 Years of Nuclear Standoff, January, 1985.

Nicholls, Peter- The Science in Science Fiction, Michael Joseph, London, 1982.

Panshin, Alexei & Cory- SF in Dimension, Advent Publishing, Chicago 1976.

Robertson, E. - The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible, Elite, London, 1995.

Rose, Mark- Alien Encounters - Science and Science Fiction, Harvard University Press, 1981.

Russ, Joanna- To Write Like a Woman, Indiana University Press, 1995.

Seed, David- American Science Fiction and the Cold War, Edinburgh University Press, 1999.

Schell, Jonathan- The Fate of the Earth, Harper, London, 1984.

Shirley, John- Time Magazine January 1985.

Stadler, John- Eco-Fiction, Washington Square Press, New York, 1971.

Stewart, George R. - Earth Abides, Gollancz Books, London, 1949.

Thomas & Morgan-Witts- Averting Armageddon, Macdonald, London, 1984.

Encyclopedia Británica, 1997 Maris Multimedia 1997.


Título original en inglés: "Apocalypse - its Influence on Society and British SF" © 2001

Traducción: Viviana Talavera © 2007

Ilustrado por Valeria Uccelli
Axxón 170 - enero de 2007

 
Página Axxón Axxón 170