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Un sucio trapo rojo. Argentina 2009. Serie creada y desarrollada por Alejandro Sesa. Con Fabián Bonasera, Norman Nortavowsky, Victoria Díaz Grey e invitados especiales. Capítulos de una hora)

Argentina no se caracteriza por la calidad con la que el cine y la televisión encararon el género fantástico ya que, salvo honrosas excepciones, siempre cayó en los peores vicios de todas sus producciones audiovisuales. Un sucio trapo rojo es una de esas honrosas excepciones, que sorprende al espectador con su constante cruce de géneros y su sutil sentido del humor.

Seguramente los lectores ya habrán visto algunos de los capítulos, pero para aquellos que viven en un termotanque repetiremos aquí las palabras con las que un Ernesto Zabalsazu en penumbras abre todos los capítulos:

"Es un lugar común en el discurso de la extrema derecha decir que los desaparecidos no están muertos. En mi caso, eso es verdad. Más o menos. No estoy muerto, pero tampoco estoy vivo. Es que, además de un desaparecido, soy un vampiro."

De eso se trata Un sucio trapo rojo, de la historia del joven activista de izquierda Ernesto Zabalsazu quien, por organizar una sentada en reclamo de la colocación de un semáforo en una peligrosa intersección del barrio San Nestoriano, es capturado en 1976 por un grupo de parapoliciales, torturado hasta el borde de la muerte y luego arrojado desde un helicóptero al Río de la Plata. Su cuerpo es recogido por Simón Stolowski y llevado a la recóndita isla del Tigre donde él vive. Stolowski es un vampiro judío (sí, parece un chiste pero no lo es, existen, aunque no son muy conocidos) sobreviviente de Auschwitz, cuyo propósito de venir a la Argentina había sido perseguir y asesinar a los nazis refugiados en esta zona de Sudamérica pero luego de varios actos de venganza se dio cuenta de que no estaba siendo diferente del objeto de su odio. Al ver que Zabalsazu había muerto recientemente, al ser arrojado al río, Stolowski lo resucita convirtiéndolo en vampiro y se convierte en una especie de maestro y tutor para el joven.

De allí saltamos a la época actual, con el protagonista instalado en un viejo conventillo de San Telmo. Inicialmente (en la década de los 80 y 90) a Zabalsazu lo mueve un odio similar al de su maestro, usando sus poderes vampíricos para vengarse de los represores de la última dictadura, pero con el correr del tiempo (y de los capítulos) va transformándose en una especie de superhéroe de color local e ideología marxista que hace justicia por mano propia contra villanos neocapitalistas, punteros de la mafia bonaerense, oligarcas nostálgicos de las épocas golpistas, nacionalistas trasnochados y otras lacras argentinas. Todo esto puntuado con flashbacks de su entrenamiento con Stolowski (con evidentes guiños a la serie Kung Fu) en los que vamos siguiendo el progreso de Ernesto como vampiro.

El último capítulo emitido proponía un nuevo giro en la historia, cuando Zabalsazu conoce a Melina Strigoiul, una vampira de quien se enamora perdidamente. Melina trata de convencer a Ernesto de salir literalmente de la oscuridad y de comenzar una carrera en política, gracias al irresistible carisma y a los poderes mentales que los de su especie poseen. Por su parte, Stolowski decide salir de su exilio voluntario y se dirige a hablar con su discípulo.

Veremos que ocurre.

BASIDIO RICKETTSIA

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