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Correo 124

1o de marzo de 2003
 


Febrero 7, 2003

Mi Querido Eduardo:

Te escribo desde el otro extremo de esta amada Latinoamérica -tan llena de contrastes- para deshojar un poco mis vivencias tras cumplirse mi primer año de vida nueva con Axxón.

Tú posees un grandioso don de escritor. Con él deletreas las imágenes forjadas en tu mente, que a tus lectores nos llegan en forma de gestos, actitudes, acciones, silencios... Das forma a la palabra con la habilidad con que un escultor da vida a la piedra amorfa y traes lo innombrable a la superficie, a la luz.

Buscas con ansia la verdad -o, al menos, una verdad plausible- y medios y herramientas con los que compartirla. A veces esa búsqueda, esa ansia, te lleva al agotamiento y a las orillas de la desesperanza. Y el cielo se vuelve un poco más gris, o quizá tu cabello un poquito más blanco.

El día último de cada mes, desde el atardenochecer y hasta altas horas de la noche, tus manos hacen magia para regalar al mundo un pedazo de ciencia-ficción en bits.

Para mí todo comenzó un día cualquiera, cuando un desconocido llamado Martín Brunás me envió un mensaje hablándome de Axxón, e invitándome a conocer la página y la revista. El resultado ha provocado uno de los cambios más grandes en mi vida. Yo, que soy una errante de las oscuridades, que no me quedo con nada ni con nadie por mucho tiempo, que estoy siempre dispuesta a partir, aquí me hallo, embebida por un encantamiento que no sé describir con palabras. Lo impensable ha ocurrido y no puedo estar más feliz.

No puedo por menos que agradecer a todos los colaboradores presentes y pasados, y a los lectores de todas las épocas, su labor por mantener viva esta comunidad. Doy mi testimonio de que esa labor produce transformaciones reales en las personas. A los compañeros con los que mantengo trato personal, mi gratitud por su cariño sincero. Para ti, Eduardo, no encuentro gracias suficientes por tu tesón, tu ingenio y tu fe (aunque a veces se malgaste un poco por el uso).

A todos, unos pedacitos de "Invitación":
Vamos a limpiar nuestras heridas,
vamos a seguir brotando sangre
roja, densa, nube rota, oscura.
Vamos a partir en dos la luna
agotada de vivir, diosa elegida
por poetas de locura inacabable.

[...]

Seamos transeúntes del absurdo,
caminemos por los bordes de la nada.
Riamos de pronto,
sin motivo,
sin razón.
Viajemos de punta a punta del olvido,
regalemos de un pedazo el corazón.

Lloremos entre todos soledades;
el amor entregado sin medida,
adherido a nuestra pluma penitente.
Nuestro aliento perdido en la penumbra
entre rimas dedicadas a la muerte,
nuestras manos desbordadas en la lucha,
nuestros dedos descifrando los ayeres.

Mujeres
con profunda añoranza
y brazos abiertos.
Hombres
de frente anhelada
y rincones secretos.

Cómo habla
cada lengua silenciada
por tantos siglos de miedo.
Cómo bebe
cada boca naufragada
en un pasado de lamentos.
Y cómo canta
la piel enamorada
al saberse en casa
de nuevo.
Pilar, México

Pilar es una extraordinaria poeta, extraordinaria como escritora y como persona. Hemos establecido una amistad enorme, gigantesca, aunque nos separe una gran distancia. Pensándolo racionalmente, parecería que no nos conocemos mucho, no en el sentido habitual de cómo se conoce la gente. Pilar estuvo aquí, en Buenos Aires, pero en esa ocasión tuvimos poca oportunidad de conversar como se debe. De todos modos, sí nos conocemos. De una manera casi milagrosa, difícil de explicar. Nos hemos contado cosas por Internet. No muchas, sí las suficientes. Hay que decir que Internet es uno de los mejores resultados de la tecnología que conozco. Es una suerte que resista los intentos de los monstruos monopólicos para adueñarse de ella. Esperemos que la guerra que parece venir no influya demasiado en la libertad que se vive en la red.
Pilar está a mi lado constantemente. De muchas maneras, todas importantes. Faltaba, quizás, que al sentirse como yo me siento cuando este Correo está vacío (por eso no aparece en algún número), haya querido escribirme, escribirnos a todos.

Eduardo J. Carletti


Lunes 24 febrero de 2003

Estimado Eduardo
Colega y amigo

He leído tu editorial de la Axxón 123. Me gustó. ¡Cuánto nos parecemos todos los sobrevivientes de esta parte del mundo!

Por si te sirve de consuelo, yo no tengo computadora. No tengo oportunidad de tenerla porque en mi país, LAS TIENDAS NO VENDEN COMPUTADORAS A CIUDADANOS CUBANOS. Si alguna vez se decidiera a venderlas, puedo estar completamente seguro que todo lo que me queda de vida no alcanzaría para ahorrar la cantidad necesaria para comprarla. Pero no es tan terrible. El resto de los escritores cubanos (que viven en Cuba) tienen el mismo problema.

Entre nosotros te diré que, El Guaicán Literario se hace con 32 horas al mes de tiempo de máquina, las que amablemente me ofertan en la Editora CubaLiteraria. Lo hago solo. Me es dificilísimo, estoy reventado y ya no aguanto más porque esto no da plata, lo que hace es quitármela. No tengo el tiempo para dedicarle, pues debo dedicarlo todo a las diferentes técnicas de supervivencia que hemos desarrollado los habitantes de esta Isla en los últimos 45 años. No tengo a más nadie para hacerlo, pero voy a seguir haciéndolo.

Y tú también vas a mantener Axxón en Internet.
Porque es la publicación virtual latinoamericana de más prestigio y calidad que tenemos.
Porque se hace con mucho amor y nos levantas la moral a todos, y nos enseñas, y has sido capaz de brindar desde sus páginas un panorama de la CF en la región, que nadie más ha logrado en tantos años.
No sé si lo sabes, Eduardo Carletti, Axxón dejó de ser argentina desde hace mucho tiempo, es nuestra, es latinoamericana y por ella hemos conocido que todos los escritores de esta parte del mundo somos una familia, vivimos bajo el mismo techo y tenemos los mismos problemas. Tal vez por eso siempre contamos el mismo cuento, aunque de distinta manera.

Se te quiere
Te seguimos queriendo todos los cubanos

Gerardo Chávez Spínola
Editor de El Guaicán Literario
www.cubaliteraria.com/guaican/index.html
guaican@cubaliteraria.com
gero@creador.icrt.cu

Una hermosa carta, con muchos motivos de emoción para mí. Y con mucho combustible, que de verdad necesito. Yo pienso que el pueblo cubano es un ejemplo en Latinoamérica. Les ha tocado vivir épocas muy difíciles, más difíciles y largas que la crisis que nos afecta ahora aquí, por la que tanto lloramos. Los cubanos sufren cotidianamente, en las cosas más básicas, presionados a una vida de carencias por un enfrentamiento de sistemas políticos, por cuestiones de principios entre dirigentes y una obecación y ceguera de proporciones infernales. Sin embargo viven, gozan, progresan y hacen. He conocido la obra de muchos cubanos y la verdad es que, hablando de creatividad y capacidad, no tienen que envidiar nada a personas que vinimos mucho mejor, a pesar de carecer de nuestras facilidades. Gerardo relata la tremenda dificultad que significa no poder acceder a una computadora personal, a no ser por un préstamo institucional. Entiendo que para mí sería terrible, aunque es seguro que lo aceptaría y me ajustaría a esa realidad... debo decir con dolor que hoy lo sé mejor que nunca, en un sentido para nada teórico. Pero adaptarme no significaría no sufrir. Es imposible no sufrir cuando uno ve que otro posee en exceso, cuando uno debe presenciar como cosa graciosa que otra gente despilfarra o no aprecia lo que para uno es vital. Yo sufro cuando veo los terribles derroches en frivolidades que se regocijan en refregarnos por el canal E!-entertaiment, por dar un ejemplo, o como destrozan en miles de pedazos un laboratorio de investigación maravillosamente instalado para producir efectos en una película de Hollywood, ese monstruo idiota pero rico... mientras en muchos lugares del mundo no podemos acceder ni a comprar los materiales y el instrumental más básico. A veces me pregunto si sería posible juntar la fuerza corrosiva de la frustración de tantos habitantes del mundo que no pueden alcanzar ni la décima parte de los placeres y gustos que se dan esos otros, que tan duro juzgan a los demás, influenciados por la propaganda de sus sistemas y, sin ninguna duda, por su propio enorme y multimillonario egoísmo. Me imagino que ninguna tecnología podría contener esa fuerza corrosiva.

Eduardo J. Carletti


Enviar las cartas a ecarletti@axxon.com.ar


Desde que abrimos la Lista Axxón se han anotado enormidad de personas, y por esto muchas opiniones que antes se intercambiaban por el Correo ahora se presentan y discuten día a día en la Lista. No me pareció razonable extraer textos de opinión de ella para ponerlos aquí, ya que son medios diferentes. Espero que alguno de los "Listeros" mande de vez en cuando una carta para este Correo. No sea que lo dejemos huérfano...

Eduardo J. Carletti
ecarletti@axxon.com.ar


 
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